“Todos podemos llegar a valer mucho más de lo que nos dicen
o nos figuramos que valemos”.
William James
Hacerse demasiadas expectativas de algo es peligroso. Y más
peligroso aun es no tener expectativas. Sin expectativas, sin esperanza de
lograr alcanzar una meta o un objetivo, la vida se vuelve algo pesado,
agobiante y rutinario. La esperanza de que las cosas cambien nos ayuda a mantenernos
vivos. Tener buenas expectativas de las cosas en general nos ayuda a creer en
lo que somos y en lo que podemos llegar a ser. Con expectativas un escritor
puede llegar a escribir una gran obra literaria; con expectativa un inventor
puede hallar la idea que le faltaba para su gran invento; con expectativa un
alpinista puede llegar a la cima de esa montaña que parecía imposible de
escalar, etc. Nadie puede lograr algo si no cree en lo que hace. Los logros
personales son producto directo de las expectativas. En toda circunstancia de la vida, tener buenas expectativas, no
imaginarias sino realistas, nos mantiene en aras de nuestros objetivos y nos
mantiene en pie ante cualquier tipo de obstáculos. La expectativa es la madre
de la acción positiva.
El escritor alemán, autor del famoso relato “Fausto”,
Wolfgang Goethe dijo: “Trata a las personas como son, y ellas permanecerán así,
trátelas como si fuesen lo que pueden ser, y las ayudará a transformarse en lo
que son capaces de ser”. Si queremos que nuestras relaciones interpersonales
sean dinámicas y positivas, debemos sembrar buenas expectativas. Es decir,
debemos esperar de los demás lo mejor. Además, debemos tener expectativas de
nosotros mismos, esperando dar lo mejor de nosotros a los demás. Siempre las
personas pueden llegar a ser mejores de lo que son. Todos podemos cambiar para
bien.
Si ponemos empreño y corazón en lo que somos y hacemos,
tendremos una buena actitud y lo que ardientemente deseamos, se convertirá en
realidad, gracias a nuestros esfuerzos expectantes. La expectativa solidifica
nuestros anhelos y dará vigor a nuestros pensamientos. Siempre debemos esperar
lo positivo, lo bueno. Si esto no llega, hay que recordar que podemos esperar
lo que queremos, pero hay que soportar que lo venga. Así lo afirmó Cicerón. A
veces llega lo que esperamos y otras veces no. Lo importante es esperar con
buenas expectativas. En este siglo XXI hay mucho pesimismo y la gente vive
diciendo que hay que esperar lo peor puesto que nada va a mejorar. Si prestamos
atención a estas malas predicciones nuestra vida será totalmente negativa.
Ahora, si tenemos en cuenta esta realidad, pero de todos modos seguimos
esperando, de los demás y de nosotros mismos, lo bueno y lo mejor, el mundo
podrá arder en llamas, pero nosotros seguiremos teniendo buenas expectativas de
nuestros semejantes y nosotros mismos. ¿De qué sirve tener malas expectativas?
¿Para qué empezar un proyecto si vivimos pensando y declarando que no lo vamos
a finalizar? Miguel de Cervantes afirmó:
“No améis lo que sois, sino aquello en lo que os convertiréis”. Y Orison Swett
Marden dice: “La costumbre de esperar en nosotros mismos estimula nuestras
mejores cualidades”.
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