jueves, 20 de enero de 2011

Cuatro pasos para desarrollar tu potencial

En este breve curso de superación personal voy a enseñarte cuatro pasos para mejorar de un modo efectivo tu andar diario. Cabe aclarar que los resultados en tu rendimiento personal y profesional mejoraran considerablemente si aplicas los principios que voy a exponerte. Obviamente los resultados llegarán a su debido tiempo con mucho trabajo, perseverancia y dedicación. Si queremos que nuestro entorno mejore, primero debemos mejorarnos a nosotros mismos. Los cuatro pasos que nos ayudarán a superar la programación negativa que hemos recibido en nuestra infancia, son entender en qué consisten: el amor, el trabajo, la cultura y la espiritualidad. Durante años hemos pensado que el mundo no nos trata como merecemos y culpamos a los demás por nuestros fracasos y desilusiones. Sin embargo, la verdad es que el modo como nos trata el mundo es un simple reflejo de cómo nos manejamos en la vida. Tenemos que entender que en cada momento que vivimos estamos creando con nuestras decisiones y nuestra conducta nuestra realidad. Somos lo que pensamos. Por lo tanto, conquistar nuestros sueños y tener éxito dependen esencialmente de cada uno de nosotros.

Ahora, tal vez me preguntes, julio, ¿cómo lo conseguimos?, ¿Cuáles son los pasos a seguir? A continuación voy a explicar estos cuatro pasos y es mi deseo que los entiendas claramente y a posteriori, los apliques en tu vida, de tal modo que puedas aumentar tu satisfacción personal. El primer paso que tenemos que entender si queremos aumentar nuestra satisfacción personal es el amor. Alguien dijo que “no hemos sido creados para dar odio sino amor”. El amor es el eje que vertebra gran parte de la vida humana y como dijo un famoso psiquiatra, tener las ideas poco claras en algo tan primordial como el amor es, a la larga, dramático. Obviamente que hay varios tipos de amor y no es mi intención entrar en definiciones etimológicas o conceptuales, lo que si considero es que hay básicamente cuatro tipos de amor: El amor a uno mismo, el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor conyugal. En síntesis, el amor es el sentimiento más noble que puede habitar en un ser humano. Hay que entender que el amor es un trabajo, un compromiso, una responsabilidad que vivimos conscientemente en sus diversas formas. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…”. (1 Corintios 13: 4 al 8).

El segundo paso que nos ayuda a desarrollar nuestro potencial es el trabajo. El trabajo es una de las puertas por las cuales se accede a la felicidad. Al mundo vinimos a trabajar. El éxito no llega por casualidad ni existe ninguna varita mágica que pueda tocarte y hacerte famoso y rico. Todos nuestros logros son resultado de nuestro trabajo. El que quiere cosechar tiene que sembrar primero. Así que si queremos mejorar nuestros resultados diarios es necesario que nos destaquemos en algún área. Tenemos que volvernos profesionales en algo. Es necesario estudiar, hacer cursos, aprender oficios, en fin, aprender a trabajar con excelencia y profesionalismo, porque el trabajo nos conduce a la realización personal. “El labrador para participar de los frutos tiene que trabajar primero”. “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo”. (Eclesiastés 2:24).


El tercero paso que contribuye a nuestro crecimiento es la cultura. Alguien dijo que el peor enemigo que puede tener cualquier persona es la ignorancia. Y aprender tarde es aprender mal. Tener cultura es tener criterio para elegir y decidir. La cultura nos permite orientarnos con sabiduría en este laberinto de ignorancia. La vida no se desarrolla solamente en el afuera, en realidad tiene que desarrollarse primero en el adentro. Cultivar cultura es procurar crecer por dentro, formarnos, educarnos, crecer en criterio, pensar, elegir siempre lo mejor entre muchas alternativas. La vida no se improvisa, en realidad se programa con conocimiento, con cultura. Por supuesto que pueden surgir imprevistos, pero programar nuestro futuro nos capacita para disfrutar de nuestro presente y sacarle provecho a nuestras elecciones de vida. Bernardo Stamateas siempre dice que el que fracasa en planificar, planifica su fracaso. Una persona inteligente planifica su porvenir, tiene un proyecto de vida, sabe hacia dónde va, tiene un horizonte definido. En fin, una persona inteligente busca el conocimiento, se construye a sí mismo, lee, aprender de otros, es buen observador, jamás improvisa ni se deja gobernar por las pasiones o los impulsos. El sabio aprende de la vida, aprende de otros, se maneja con criterio, sentido común, es consecuente, sabe lo que quiere. Un sabio dijo: “…la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas”. (Eclesiastés 2:13).

El cuarto y último paso a entender es la espiritualidad. ¿Qué es la espiritualidad? Ser una persona espiritual es creer en Dios y relacionarse con él. Los seres humanos nos desgastamos por fuera, envejecemos, pero por dentro nos renovamos y nuestro espíritu fue diseñado para relacionarnos con nuestro creador. “Para el creyente, Dios constituye una razón de ser primordial. Estamos viviendo en la sociedad actual un neopaganismo, con la aparición de dioses de la historia universal que conviven con otros nuevos como el sexo, el dinero, el poder y el placer. Pero el Dios judeo-cristiano es Alguien. El cristianismo no supone una filosofía de vida, ni un conjunto de ideas personales y sociales que ayudan al ser humano a sobrellevar mejor las dificultades de la vida, sino un modelo cuya esencia es una persona, Jesucristo, seña de identidad, punto de referencia capaz de iluminar con su esplendor todos los ámbitos del quehacer humano. Este amor debe ser personal, recíproco, amistoso, tejido de diálogo, y en él las diferencias se limarán por la grandeza de Dios”, dijo el Dr. Enrique Rojas, en su libro El amor inteligente.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
www.juliochaves.blogspot.com

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