miércoles, 19 de mayo de 2010

Desgraciados que no saben lo que quieren

Comen donde hacen sus necesidades. Dicen una cosa y hacen otra. Son contradictorias. Borran con el codo lo que escriben con la mano. No saben lo que quieren. Esto hace que sean personas volátiles, impredecibles, peligrosas. El Dr. Enrique Rojas en su ensayo titulado El hombre Light dijo que “nadie puede ser feliz si no sabe lo que quiere”. En torno a la formulación de este psiquiatra no pueden faltar las preguntas cruciales alrededor de quién soy, con qué cuento, y qué quiero llegar a ser, asociadas con el sentido de trascendencia definido magistralmente por Borges cuando afirmó: “Sólo moriré cuando desaparezca el último ser humano que me recuerde”.

Para vivir bien se debe saber lo que se quiere. Indudablemente, las circunstancias que acompañan nuestro discurrir por la vida las podemos afrontar de un mejor modo cuando nuestra vida esta dotada de sentido y la hemos enriquecido con un proyecto de vida lo que nos permita sacar provecho de nuestras elecciones de vida en nuestro andar diario.
Claro que por la simple razón de vivir toda persona lleva a cabo una biografía, pero una cosa diferente es anticipar los capítulos que constituyen la misma. Lo cierto es que tener un proyecto vital es el camino correcto para alcanzar la realización personal. Tanto en lo económico como en lo afectivo si no sabemos lo que queremos andaremos a tientas en la oscuridad de la ignorancia y sufriremos y haremos sufrir a los otros.
Ponerse de acuerdo con uno mismo y con los demás es lo mejor que podemos hacer para empezar. Vivir una vida premeditada, a consciencia y con espíritu critico, es lo mejor que podemos llevar a cabo. Y un buen proyecto de vida debe estar constituido por amor, trabajo, cultura y espiritualidad. Para la elaboración de su proyecto de vida cada individuo debe contar con los elementos que le aporta el medio circundante y las personas que le rodean, que en el caso específico de los jóvenes serán los adultos significativos que como modelos y orientadores los acompañan en su crecimiento.
En este contexto biográfico, las metas del desarrollo integral y diverso en el marco de una crianza humanizada, -amor, trabajo, cultura, espiritualidad-, se constituyen en elementos estructurales del proyecto de vida, enriquecido todo esto por los valores, como fundamento vital y también por la educación, que le permitirá a los sujetos ir perfeccionando la capacidad de orientar asertivamente su propia vida.
A este respecto, el fallecido filósofo y educador Dr. Jaime Barylko en su obra Los valores y las virtudes, cuenta: “Hay problemas. Nada es fácil, nada se regala y todo requiere trabajo, meditación, planeamiento, postergación. El hoy ha de ser vivido en plenitud y el mañana ha de ser horizonte que marque tu camino. Vivir, humanamente, es un juego entre tomar y postergar, lograr y esperar, adquirir y sembrar, tener y soñar. Todo fluye y se mezcla y se produce la mixturación de colores, y se llora de felicidad y también se es feliz cuando se tiene por quién llorar. ¿Cómo guiarse y no perderse en este mar de tantos peligros al acecho? Usando la brújula de los valores y las virtudes”.
Ciertamente he definido algunas condiciones para la formulación de un sabio proyecto de vida, tales como contexto ético y la coherencia interior, asociadas con la mayor claridad posible sobre lo que queremos de la vida. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de que nuestra vida este vinculada con un proyecto que recoja las aspiraciones y los sentimientos más nobles que, como afirmó Herman Hesse, autor del Lobo Estepario, “los convierten en personas que son casi estrellas, ningún viento las alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta”. En otras palabras, nadie puede ir a ningún lado si no sabe a donde va. Hay que saber lo que se quiere.



Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar www.juliochaves.blogspot.com

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