Un bello paraje ecuatoriano comenzó a captar la atención del mundo a partir de 1955, cuando la revista Selecciones publicó un artículo titulado “Islas de la inmunidad”. A partir de esas primeras líneas, muchos pacientes cardíacos comenzaron a viajar a Vilcabamba, de donde regresaban recuperados tras permanecer algún tiempo.
Considerado el “centro mundial de la longevidad” o el “lugar donde es posible dar más años a la vida y más vida a los años”, Vilcabamba es un valle intrincado de clima suave y estable, situado en la provincia de Loja, Ecuador, a 1500 metros de altura. Su nombre proviene del quichua Huilcopamba, que significa “planicie del árbol sagrado”, en referencia al huilco (o wilco), planta de propiedades medicinales usada por los incas, y a bamba o pampa, llanura.
Hacia allí me dirigí hace un tiempo y, de la mano de Ernesto Ávila, mi guía, descubrí un páramo rodeado de colinas y montañas, de naturaleza intacta, agua y aire limpios, libre de ruidos (hay pocos autos y bares), habitado por decenas de personas centenarias. De huesos sanos y casi sin problemas de corazón, sus mentes se mantienen libres de Alzheimer, y pasar los 100 años de vida parece tan habitual para los pobladores como extraño para los médicos, científicos e investigadores de todo el mundo, que nos acercamos allí para averiguar los secretos de la eterna juventud.
En Vilcabamba habitan entre cuatro y cinco mil habitantes. Como las partidas de nacimiento y los datos demográficos no están completos, se desconoce a ciencia cierta cuántos de ellos tienen más de 100 años. Muchos viven aún en casas de adobe, tapia y madera, en estilo colonial con amplios patios y hermosos jardines. Las mujeres mayores se reúnen a diario en la casa de la Asociación de Longevos de Vilcabamba y, junto a sus esposos, elaboran los chamicos, cigarrillos del lugar, y decenas de artesanías. Otros se dedican a la agricultura, y la mayoría cultiva los alimentos que consume. Sencillez, grandeza humana, tranquilidad y modestia son algunos de los atributos que caracterizan a esta gente de piel rasgada por el sol tropical y espíritu apacible.
El diálogo con ellos revela algunas claves, que de tan simples quizá pasan inadvertidas... Dicen cosas como "el secreto está en una alimentación saludable y en tener una actividad para cada día después del amanecer” o “no creo en los milagros: un aire limpio, agua fresca de fuente, hierbas curativas y una vida sin contaminaciones ambientales benefician la salud de cualquier persona”. A pesar de que muchos tienen diabetes, presión alta o afecciones oculares, lo que impera no es el lamento sino el orgullo silencioso de pertenecer a un lugar en la tierra al que se le atribuyen características mágicas que, para ellos, son parte de la vida misma.
El agua sagrada
Una explicación científica a esta longevidad ecuatoriana podría ser la teoría del investigador Morton Walter, quien la atribuye al agua orgánicamente mineralizada de las lagunas del Parque Nacional Podocarpus, que baja por los ríos de Vilcabamba. El organismo asimila estos minerales fácilmente y produce un fenómeno de quelación: limpia al cuerpo de los minerales pesados. Al parecer, el manganeso que entra al interior de las células de las arterias ayuda a mantener el calcio fuera de ellas.
Otras investigaciones descubrieron que este agua contiene hidrógeno activo con dos electrodos negativos en vez de uno, lo cual combate naturalmente los radicales libres. Además, posee manganeso, potasio, cobre, zinc, cromo, selenio, cadmio, cobalto, molibdeno y fósforo. Diversos análisis demostraron que su composición de hierro y magnesio es ideal para prevenir y tratar problemas cardiovasculares, entre otras dolencias. La arcilla y el barro de las orillas de los ríos, utilizadas para aplicaciones en la piel, alivian dermatitis y otras afecciones.
Otros hábitos
La mayoría de las personas allí lleva una vida sana, camina mucho y trabaja a edad avanzada. Comen porotos, maíz, bananas, batatas, arroz, melones, mangos, caña de azúcar, yuca y cítricos. Toman jugo de frutas y agua, también conocida como “agua de oro”. Una o dos veces a la semana comen pollo o pescado. Casi no conocen la comida enlatada. Es muy común el uso de plantas medicinales, hierbas que se incluyen en las bebidas tradicionales: manzanilla, congona, malvolorosa, escansel, llantén, cucharillo, borraja, cola de caballo, malval tea, luisa, y la famosa cascarilla, corteza del cotron eleuteria, árbol del cual se obtiene la quina o quinina. Gracas a esta última sustancia se salvaron millones de vidas del paludismo en el siglo XVII.
En el 2010, aprender de Vilcabamba
Aquí no tenemos agua sagrada ni valle paradiscíaco, difícilmente podamos comer lo que cultivamos -por lo menos en las grandes ciudades- y nuestro entorno es tóxico, contaminado con ruidos, smog, comida rápida... Sin embargo, creo que la clave es que los longevos de Vilcabamba respetan la vida. La cuidan, la veneran.
Esta característica, que muchos investigadores han dado en llamar “personalidad prolongeva”, es la que llevaría a practicar, casi naturalmente, los hábitos mas convenientes para vivir muchos, muchos años. Lo que para el resto del mundo es un milagro, una bendición, un secreto ansiado, para ellos es natural.
Ellos tienen proyectos y planes que no compiten entre sí sino que se complementan. Resuelven los problemas en el momento y no se martirizan con lo que deberán afrontar mañana. Miden la eficiencia del trabajo por la calidad y no por la cantidad. Afrontan positivamente el estrés. Gozan de las relaciones sociales y personales, del cuidado de su familia y del respeto de la comunidad.
Mi deseo para este 2010 es que usted se contagie de las ganas de vivir más de 100 años que tienen los vilcabambenses. Que en lugar de buscar excentricidades o misterios aprenda a convivir armoniosamente con el entorno que lo rodea, Que elija, todos los días, vivir más y mejor. ¡Felicidades!
Considerado el “centro mundial de la longevidad” o el “lugar donde es posible dar más años a la vida y más vida a los años”, Vilcabamba es un valle intrincado de clima suave y estable, situado en la provincia de Loja, Ecuador, a 1500 metros de altura. Su nombre proviene del quichua Huilcopamba, que significa “planicie del árbol sagrado”, en referencia al huilco (o wilco), planta de propiedades medicinales usada por los incas, y a bamba o pampa, llanura.
Hacia allí me dirigí hace un tiempo y, de la mano de Ernesto Ávila, mi guía, descubrí un páramo rodeado de colinas y montañas, de naturaleza intacta, agua y aire limpios, libre de ruidos (hay pocos autos y bares), habitado por decenas de personas centenarias. De huesos sanos y casi sin problemas de corazón, sus mentes se mantienen libres de Alzheimer, y pasar los 100 años de vida parece tan habitual para los pobladores como extraño para los médicos, científicos e investigadores de todo el mundo, que nos acercamos allí para averiguar los secretos de la eterna juventud.
En Vilcabamba habitan entre cuatro y cinco mil habitantes. Como las partidas de nacimiento y los datos demográficos no están completos, se desconoce a ciencia cierta cuántos de ellos tienen más de 100 años. Muchos viven aún en casas de adobe, tapia y madera, en estilo colonial con amplios patios y hermosos jardines. Las mujeres mayores se reúnen a diario en la casa de la Asociación de Longevos de Vilcabamba y, junto a sus esposos, elaboran los chamicos, cigarrillos del lugar, y decenas de artesanías. Otros se dedican a la agricultura, y la mayoría cultiva los alimentos que consume. Sencillez, grandeza humana, tranquilidad y modestia son algunos de los atributos que caracterizan a esta gente de piel rasgada por el sol tropical y espíritu apacible.
El diálogo con ellos revela algunas claves, que de tan simples quizá pasan inadvertidas... Dicen cosas como "el secreto está en una alimentación saludable y en tener una actividad para cada día después del amanecer” o “no creo en los milagros: un aire limpio, agua fresca de fuente, hierbas curativas y una vida sin contaminaciones ambientales benefician la salud de cualquier persona”. A pesar de que muchos tienen diabetes, presión alta o afecciones oculares, lo que impera no es el lamento sino el orgullo silencioso de pertenecer a un lugar en la tierra al que se le atribuyen características mágicas que, para ellos, son parte de la vida misma.
El agua sagrada
Una explicación científica a esta longevidad ecuatoriana podría ser la teoría del investigador Morton Walter, quien la atribuye al agua orgánicamente mineralizada de las lagunas del Parque Nacional Podocarpus, que baja por los ríos de Vilcabamba. El organismo asimila estos minerales fácilmente y produce un fenómeno de quelación: limpia al cuerpo de los minerales pesados. Al parecer, el manganeso que entra al interior de las células de las arterias ayuda a mantener el calcio fuera de ellas.
Otras investigaciones descubrieron que este agua contiene hidrógeno activo con dos electrodos negativos en vez de uno, lo cual combate naturalmente los radicales libres. Además, posee manganeso, potasio, cobre, zinc, cromo, selenio, cadmio, cobalto, molibdeno y fósforo. Diversos análisis demostraron que su composición de hierro y magnesio es ideal para prevenir y tratar problemas cardiovasculares, entre otras dolencias. La arcilla y el barro de las orillas de los ríos, utilizadas para aplicaciones en la piel, alivian dermatitis y otras afecciones.
Otros hábitos
La mayoría de las personas allí lleva una vida sana, camina mucho y trabaja a edad avanzada. Comen porotos, maíz, bananas, batatas, arroz, melones, mangos, caña de azúcar, yuca y cítricos. Toman jugo de frutas y agua, también conocida como “agua de oro”. Una o dos veces a la semana comen pollo o pescado. Casi no conocen la comida enlatada. Es muy común el uso de plantas medicinales, hierbas que se incluyen en las bebidas tradicionales: manzanilla, congona, malvolorosa, escansel, llantén, cucharillo, borraja, cola de caballo, malval tea, luisa, y la famosa cascarilla, corteza del cotron eleuteria, árbol del cual se obtiene la quina o quinina. Gracas a esta última sustancia se salvaron millones de vidas del paludismo en el siglo XVII.
En el 2010, aprender de Vilcabamba
Aquí no tenemos agua sagrada ni valle paradiscíaco, difícilmente podamos comer lo que cultivamos -por lo menos en las grandes ciudades- y nuestro entorno es tóxico, contaminado con ruidos, smog, comida rápida... Sin embargo, creo que la clave es que los longevos de Vilcabamba respetan la vida. La cuidan, la veneran.
Esta característica, que muchos investigadores han dado en llamar “personalidad prolongeva”, es la que llevaría a practicar, casi naturalmente, los hábitos mas convenientes para vivir muchos, muchos años. Lo que para el resto del mundo es un milagro, una bendición, un secreto ansiado, para ellos es natural.
Ellos tienen proyectos y planes que no compiten entre sí sino que se complementan. Resuelven los problemas en el momento y no se martirizan con lo que deberán afrontar mañana. Miden la eficiencia del trabajo por la calidad y no por la cantidad. Afrontan positivamente el estrés. Gozan de las relaciones sociales y personales, del cuidado de su familia y del respeto de la comunidad.
Mi deseo para este 2010 es que usted se contagie de las ganas de vivir más de 100 años que tienen los vilcabambenses. Que en lugar de buscar excentricidades o misterios aprenda a convivir armoniosamente con el entorno que lo rodea, Que elija, todos los días, vivir más y mejor. ¡Felicidades!
Dr. Alberto Cormillot
Fuente: http://www.drcormillot.com/
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