jueves, 14 de mayo de 2009

El conocimiento que otorga sabiduría

Hace poco leí un artículo titulado “Google, la nueva divinidad” y el autor Jorge Carrión, decía que los rasgos del poderoso buscador de Internet son la ubicuidad, totalidad, infinitud y ordenación del mundo. La influencia del buscador es brutal. La página principal de Google neutraliza el tiempo y no sólo abarca y jerarquiza el mundo, sino que lo convierte en entradas gráficas, en una estructura espacial, lingüística y numérica. En fin, el conocimiento acumulado en Google es infinito y minuto a minuto se agregan nuevos conocimientos, y por supuesto, son ordenados y jerarquizados por esta nueva “divinidad”.

Todos los seres humanos sobre la faz de la tierra pueden sentarse frente a su computadora, presionar una pocas teclas y encontrar en este buscador, en cuestión de pocos segundos, miles, incluso millones de páginas Web, relacionadas con el tema que deseamos investigar. La información disponible es infinita. Ahora, aunque podemos encontrar mucha información y conocimiento, Google no nos puede brindar la posibilidad de adquirir sabiduría. Gran cantidad de información objetiva y experiencias virtuales no garantizan un aumento de sabiduría. Hace un siglo, el poeta británico Alfred, Lord Tennyson se lamentaba diciendo: “El conocimiento crece, pero la sabiduría se rezaga”.
La Internet es una herramienta maravillosa, pero allí no se encuentra el conocimiento que nos da sabiduría. El verdadero conocimiento se encuentra en la Biblia. Allí, en las sagradas escrituras, encontramos el conocimiento que nos aporta sabiduría, de tal forma que podamos funcionar en la vida con sabiduría, disfrutando de la vida, siendo felices. Únicamente la palabra de Dios nos otorga la sabiduría que tan desesperadamente buscamos. “La Biblia es un regalo de Dios para nosotros. Viene de Dios, y señala hacia Dios. La Biblia dice de sí misma: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil Para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16,17). (Dr. Billy Graham, La jornada. Pág. 109).

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar