viernes, 13 de marzo de 2009

Maldito divorcio

La crisis de la pareja constituye uno de los problemas más importantes de la actualidad. Parece que la solución a la tensión entre los cónyuges es la ruptura. Por incompatibilidad de caracteres, violencia doméstica, por inmadurez afectiva, egoísmo, falta de compromiso y por supuesto, infidelidad, muchos matrimonios llegan a su fin. Los cónyuges no son los únicos que sufren. Los hijos, los familiares y amigos también sufren. El psiquiatra Enrique Rojas dijo que el creciente fenómeno del divorcio en la mayoría de los países ha dado lugar, entre otros aspectos, a los llamados niños ping-pong.

Ahora, preguntó: ¿Cuáles son las causas del divorcio?, ¿Por qué muchas personas deciden separarse, sin pensar en las consecuencias de su terrible decisión? Las causas del divorcio son muchas. Algunas de estas causas son: La falta de voluntad, el analfabetismo sentimental, no saber dialogar, no saber afrontar situaciones difíciles, idealizar, dramatizar, y por supuesto, la causa de mayor relevancia que afecta negativamente el matrimonio es la indiferencia a Dios. Cuando Dios no es el centro de un matrimonio se puede tener dinero, riquezas, todo, pero si no tenemos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, no tenemos nada, estamos a la deriva. Dios se propuso que el matrimonio sea una unión para toda la vida. Él quiere tener comunión con los cónyuges y quiere que el matrimonio se deje orientar y guiar por su palabra. El salmo 119:105, dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.
Casarse es una bendición. De todas formas, Dios jamás dijo que en el matrimonio todo es de color de rosa. Hay que decir que tanto el hombre como la mujer son imperfectos y están inclinados al pecado. Por lo tanto, mantener un matrimonio unido a través de los años es una lucha diaria. Primera de Corintios 7:28 dice: “Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicciones de la carne, y yo os la quisiera evitar”. Ambos cónyuges tiene que comprender que la constitución mental de cada persona es diferente y esta condicionada por la crianza. Todas las parejas tienen diferencias en cuanto al dinero, los hijos, la familia y los amigos. Así pues, si los dos son cristianos estas diferencias no distanciaran a los cónyuges sino que enriquecerán al matrimonio. Cuando disentimos con nuestra pareja lo adecuado el seguir el consejo del apóstol santiago, quien escribió: “…todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. (Santiago 1:19).
Si de veraz queremos establecer un matrimonio para toda la vida, es necesario que leamos nuevamente primera de Corintios 13, donde se nos describe las características del amor verdadero: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”. Si los jóvenes de hoy entendieran en que consiste el verdadero amor no habría tantos divorcios. Finalmente el psiquiatra Enrique Rojas dice en su ensayo El amor inteligente: “Lo positivo y esencial es que el enamoramiento sea verdadero, que traiga el amor y que llegue para quedarse. Cuando la vida levanta su oleaje atraída por el mejor sentimiento, el amor se convierte en las fuerzas de las fuerzas. Desde los reyes a los plebeyos, desde los intelectuales a la gente de condición sencilla, lo que el hombre necesita es amor verdadero. El amor es el motor del universo, lo que le da sentido a todo. Con amor lo difícil se suaviza, y los reveses propios de la existencia se superan con más facilidad. Un amor inspirado en lo mejor que el hombre tiene y puede tener si merece la pena”.


Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar