El dinero no tiene nada de malo. Lo malo es considerar al dinero como un fin en si mismo. La realidad es que el dinero es un medio que nos permite conseguir cosas que necesitamos para vivir. Otra cosa, el dinero no puede reemplazar a Dios. De hecho, Mateo 6:24 dice: “Ninguno puede servir a dos señores…No podéis servir a Dios y a las riquezas”. O amamos a Dios sobre todas las cosas o tenemos en primer lugar a las riquezas y nos atenemos a las consecuencias. El fundador y presidente de Conceptos Financieros Cristianos, el Dr. Larry Burkett dijo: “La forma en que manejamos nuestro dinero es una demostración externa de una condición espiritual interna”. Ejemplo: El joven rico le dijo a Jesús que él había cumplido con la palabra del Señor desde su juventud, pero cuando Jesús le tocó el tema del dinero a este joven se fue triste porque tenía mucho y no quiso compartir lo que tenía con los pobres. El joven amaba sus posesiones y eso lo alejó de Dios. Además, tampoco amaba a su prójimo. Primera de Juan 3:17 afirma: “Pues si uno tiene lo que necesita para vivir, y ve que su hermano tiene necesidad, y no se compadece de él, ¿cómo es posible que tenga amor para Dios en su corazón?”.
Como manejamos nuestro dinero exterioriza nuestra condición espiritual. El hombre sabio provee para los suyos y ahorra para su porvenir, más el ignorante despilfarra, malgasta, es un mal administrador de lo que Dios le ha dado. Los que somos trabajadores y tenemos un sueldo sabemos que si administramos mal nuestro dinero es posible que no lleguemos a fin de mes, pero si gastamos en cosas importantes y mantenemos prioridades equilibradas, no solo llegaremos a fin de mes sino que también iremos prosperando gradualmente. Ser maduros en el manejo del dinero implica paciencia, sentido común, criterio, compromiso, amor y una buena dosis de dominio propio. El sabio rey Salomón aconsejaba a sus súbditos que aprendieran a manejar su dinero de las hormigas, ya que sin capitán ni empleador que las comandase, ahorran durante el verano para cuando venga el invierno. Benjamín Franklin ocasionalmente decía: “Un centavo ahorrado es un centavo ganado”.
Busquemos a Dios y amémoslo y todo lo que necesitemos será añadido a nuestras vidas. Dios es nuestra fuente de ingresos.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar