martes, 13 de mayo de 2008

¿Sabes lo que queres?


Un psiquiatra dijo que únicamente podemos alcanzar la felicidad si sabemos lo que queremos. El que no sabe lo que quiere no tiene rumbo ni destino. Nietzsche decía que hay que saber lo que se quiere y saber que se quiere. “El gobierno mas importante es el gobierno de uno mismo”, dijo el Psiquiatra Enrique Rojas. “Equilibrio es saber lo que uno quiero, hacia donde se dirige, saber dominarse y no perder los estribos a pesar de las dificultades, roces, provocaciones y fracasos. Muy entroncado con esta idea, está el aprender a darle a las cosas que a uno le pasan, la importancia que realmente tienen: es decir, justeza de juicio para valorar los hechos que nos suceden de modo ecuánime, templado, buscando una cierta objetividad. Este es el subsuelo psicológico que nos hace dueños y señores de nuestra persona. El juicio sereno hace de intermediario pasión y la razón. Esto, como casi todo, se aprende”.

Cuando sabemos lo que queremos pesamos los fracasos y los éxitos con la misma balanza y le damos la debida importancia a cada evento, circunstancia, a cada experiencia. Si uno no sabe lo que quiere y no tiene un destino fijo es esclavo de las modas, los caprichos, lo efímero. En contraste, el que sabe lo que quiere y tiene un criterio bien definido, separa lo urgente de lo importante porque entendió que hay cosas que son urgentes pero no son importantes. Construir una escala de prioridades clara, orientada hacia el amor, el trabajo y la cultura.

La historia de la humanidad la escribieron personas que supieron lo que querían. Muchos por supuesto tuvieron ideas equivocadas, pero de todas formas alcanzaron sus objetivos porque sabía hacia donde se dirigían. Hace unos años fui a escuchar una charla del Dr. Jorge Bucal en el cine español y una de las cosas que contó que más me gusto fue la historia de un hombre que se perdió en medio del océano con un pequeño bote. Este hombre que se encontraba perdido comenzó a regañar a Dios por dejarlo en peligro. En el mismo instante en que este hombre se quejaba, el Creador abrió las nubes y le dijo donde se encontraba, dejándole un mapa en su mano con la ubicación exacta y cerró las nubes. Después de unos minutos el naufrago siguió con su reproche a Dios, diciéndole que sabía donde estaba pero de todos modos seguía perdido. Esta vez el que se enojo fue Dios, entonces abrió las nubes y tomo el mapa y le escribió con un marcador negro cual era su destino y antes de cerrar las nubes nuevamente, le dijo al hombre del bote que acá terminaba su tarea ya que le había dicho donde estaba y hacia donde iba, ahora le tocaba al naufrago. En otras palabras, lo que le dijo Dios es que él nos puso en la vida en una posición y es nuestra tarea llegar a nuestro destino. Debemos saber lo que queremos. Este hombre era muy pretensioso y quería que Dios haga todo el trabajo, cuando en realidad una parte del trabajo lo tenemos que hacer nosotros. Cada cual es el arquitecto de su vida. Definir lo que queremos, exige, ante todo, saber que somos, que capacidades tenemos, sin engañarnos, tratando de sintetizar en que nos destacamos, que tenemos que otros no tienen, en fin, conocer el texto y el contexto de nuestra personalidad instalada en un contexto que también entendemos y conocemos. Aprovechar sus habilidades y conocer sus propias debilidades, para utilizarlas, como David contra Goliat. No hay Goliat invencible si se sabe actuar con las armas adecuadas, como hizo David. David supo lo que quiso desde el principio: Derribar al gigante. Nosotros debemos saber lo que queremos desde el principio como David, entonces derribaremos a nuestros gigantes y nos diferenciaremos de los demás. Al fin y al cabo, los que triunfan son los que se marcan un rumbo propio, diferenciado, son los que aprovechan las mareas y las corrientes, son los que esquivan los escollos, son en definitiva, los que saben lo que quieren.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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