viernes, 14 de diciembre de 2007

El desorden y la presencia ignorada de Dios


El diccionario dice que la palabra orden se refiere a la colocación de las cosas en el lugar que les corresponde. El orden es el concierto, la buena disposición de las cosas entre sí, es la regla o el modo que se observa para hacer las cosas. Lo opuesto al orden es la desorganización, el desorden, el caos. Cuando las partes de algo están ordenadas todo es funcional y preciso, lo cual incluye una idea de finalidad y por lo tanto, una acción inteligente, pertinente, asertiva. Todo lo creado funciona bien si hay orden. La gente, los matrimonios, las empresas, el planeta, todo funciona bien si hay orden. Sin orden todo es un sinsentido.
Lamentablemente falta el orden. Por esto hay tanta desdicha, infelicidad, desgracia. La gente no sabe lo que quiere y esto hace disfuncional las cosas, la mente, las emociones. La vida caótica es desordenada, irresponsable, descuidada. Estas biografías se dan cuando las personas tienen problemas de afecto, baja estima, falta de espiritualidad, vacíos durante la infancia, lo cual no les permite superar algunas etapas de su desarrollo vital. A esto freud le llamo fijación, por ejemplo un niño que no recibió suficiente cariño por parte de su padre durante la infancia, tendrá por siempre esa carencia afectiva, ese inmenso vacío, y la carencia afectiva lo impulsa a llenar esa necesidad de una forma desmedida, lo cual le provocara siempre tropiezos y fracasos que lo mantendrán en un constante naufragio hasta que logre controlar su carencia afectiva.
Si miramos la gente que nos rodea podemos advertir la mayoría de las personas conflictivas, problemáticas, seguramente tuvieron problemas afectivos durante su infancia. Esta carencia afectiva muchas veces desencadena futuros problemas de pareja. Los clásicos prototipos de vidas desordenadas son los casos de los drogadictos, los rockeros, los ladrones, quienes levan vidas sin un proyecto de vida, sin sentido, sin un propósito. Existe dentro de estos individuos una tendencia “psicótica” que los conduce al sufrimiento, la depresión y la autodestrucción. A los que llamamos rebeldes sin causa son gente que tiene como única causa el vacío interior. El desorden se debe principalmente a la falta de afecto, la falta de sentido y la falta de espiritualidad.
“Todo lo que a uno le acontece debe tener algún fin último, algún metasentido. Mas este metasentido no se puede conocer, sólo se puede creer en él”, dijo Viktor E. Frankl. La experiencia personal de Viktor E. Frankl, particularmente en los campos de concentración donde fue prisionero, lo llevó a dividir las patologías psicológicas en tres modalidades: neurosis somáticas cuyo origen está en un defecto del cerebro, neurosis psíquicas sobrevenidas por traumas y neurosis espirituales o de sentido. “En sus estudios y práctica médica prestó mucha atención a las últimas, concluyendo que muchos de los casos que se le presentaban eran causados por la falta de sentido de la vida, es decir, por causas espirituales. En el año 1948, el Dr. Frankl presentó su tesis doctoral en filosofía titulada La presencia ignorada de Dios, la cual fue públicamente posteriormente como libro. En su tesis se defendía que todo hombre tiene en sí una religiosidad inconsciente que se manifiesta en la búsqueda de sentido para los acontecimientos de la vida. La inquietud última hacia el sentido de la vida denota una presencia ignorada, quizá remota, de Dios en el corazón de la persona. Es cierto que la simple secuencia de dos acontecimientos no significa que uno sea la causa del otro, pero da que pensar. En efecto, da que pensar que la crisis religiosa, la falta de referentes últimos… en definitiva, la falta de Dios cohabite en los países desarrollados con la abundancia material y el consumismo, con una fuerte crisis de sentido y con una auténtica epidemia de enfermedades mentales. Sin ánimo de menospreciar ninguno de los múltiples factores desencadenantes de la enfermedad psíquica (genética, presión social, ambiente familiar, carácter personal, drogas, etc.) ya hay quien considera como una con-causa de la situación mental de los países ricos a la falta de fe y esperanza en Dios”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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