sábado, 8 de septiembre de 2007

El mito de la eterna juventud y el tema de la muerte


La cultura actual se ha convertido en una civilización que no piensa en la muerte. Contemporáneamente muchas personas viven como si la muerte no existiera. Actualmente existen una serie de modas que dicen que hay que ser jóvenes para siempre. Hay que tener la piel tersa, lisa y sin arrugas. Todos luchan contra las patas de gallo. Mi viejo me enseñó que cuando me digan que tengo patas de gallo, debo decir que son arrugas. Pero yo digo que son patas de gallo porque para mí no tienen nada de malo o negativo. Son patas de gallo, es decir, arrugas como dice mi viejo. Las patas de gallo revelan los años que tenemos. He visto que algunas mujeres las disimulan con maquillaje. He visto que a algunas les preocupa muchísimo el tema de la gordura. Entonces salen a caminar y no comen nada, pues están obsesionadas con hacer desaparecer los rollitos. Estas exigencias, he visto en la tele, conducen a muchas mujeres y hombres a la cirugía estética, encargada de disolver las evidencias del paso de los años. Para mí, recurrir a la cirugía estética para parecer más joven es una estupidez atroz.
El mito de la eterna juventud se manifiesta en las apariencias, en esos individuos que obsesivamente cuidan con gran esmero lo que son por fuera, pero que no obstante viven indiferentes a la interioridad y al tema de la muerte. El mito de la eterna juventud nos persigue. El Dr. Jaime Barylko se siente perseguido: “Joven. Juventud divino tesoro. Siglo de los jóvenes. De cualquier edad, pero Joven. Los Rolling Stones se están cayendo a pedazos, pero son jovenzuelos. Yo también quiero ser anoréxico, y no lo logro. Por eso pienso, por eso escribo, para olvidarme de mi cuerpo y de que soy cuerpo. Pero la televisión no me da reposo. Veo Bergman, pero en el medio me venden toda suerte de aparatos para hacer gimnasia. Siento que se dirigen a mí, personalmente, que me acosan, que me acusan y me siento culpable. Abandono Bergman. Busquemos ópera, me digo, para huir de tanto mundanal ruido. ¿Y qué descubro? Se terminaron las sopranos gordas. Ahora son todas flacas, esbeltas, gimnastas. No sé donde prefigurarme”.
La gente de hoy no quiere morir. La muerte no está en los planes de nadie. Ser joven es un mandamiento de los medios de comunicación. Sin embargo, la muerte es real. La muerte es inevitable. Es frente a ella cuando aprendemos a valorar la vida. La muerte trata con cada persona. John Haywood pensó: “La muerte iguala al de arriba y a al de abajo”Y George Bernard reflexionó irónicamente: “Las estadísticas de la muerte son impresionantes. Una de cada persona muere”. Tarde o temprano vamos a morir. Cuando era chico iba a la escuela de campo Nº 26. Siempre esperábamos el colectivo en la esquina Alsina que está atravesada verticalmente por la calle Castelli. Un día, mientras esperábamos el colectivo para ir a la escuela rural, llegó una persona para informarle a mi amigo David, que su hermano Ricardo había fallecido al golpear su cabeza con el cordón del asfalto al caerse de su moto. Fue un accidente. Mi vecino Ricardo era muy joven y la muerte lo alcanzó. ¡Es mi deseo que esté con Dios!
Un hombre llamado Patrick Henry, cuenta Billy Graham en su libro ‘Enfrentando la vida y la muerte en el más allá’, escribió en su testamento; “Yo he dejado toda mi propiedad a mi familia. Hay algo más que quisiera dejarles, y esto es mi fe en Jesucristo. Si ellos tuvieran eso y no les hubiera dejado un centavo, serían ricos; pero si no les hubiera dejado eso, y les hubiera dejado el mundo entero, ellos serían sencillamente pobres”. Jesús dijo: El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá”.
“No hay cuestión más urgente y crucial en la vida, que la de su relación personal con Dios, y su salvación eterna”, dijo Billy Graham.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

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