jueves, 26 de julio de 2007

El fervor de un predicador invencible


El apóstol Pablo originariamente era Saulo de Tarso y fue un empedernido perseguidor de la comunidad cristiana. Pero su vida cambió radicalmente cuando Cristo se le apareció en el camino de la ciudad de Damasco, donde creyó y después de un tiempo, pidió ser bautizado. Esto sucedió en el año 36 D.C. Posteriormente, Saulo se convirtió en Pablo, el gran apóstol, comenzando su actividad evangelística en Damasco y Arabia, donde es perseguido por los judíos, huyendo luego a Jerusalén, donde es visto por Bernabé, quien lo lleva con Pedro y Santiago, el hermano biológico del Señor. Luego, huye de Jerusalén, escapando de los judíos de habla Griega. Entonces, lo llevan a Cesárea y es enviado a refugiarse a Tarso. Consecuentemente, Bernabé acude a Tarso y se va con Pablo a Antioquia, lugar donde muchos paganos conocen a Cristo y los que creen se parecen tanto a Cristo que allí se los denomina cristianos por primera vez. Antes era un perseguidor que hostigaba, castigaba y asesinaba a los discípulos de Cristo, pero ahora él se había convertido en un servidor más del Señor. Predicó en muchísimos lugares, pero hay un episodio que me gusta mucho y es cuando Pablo predicó en Listra. Hace poco oí un sermón en la iglesia sobre este relato que se encuentra en hechos 14:8 al 23.
El predicador leyó dos versículos que voy a reproducir a continuación que impactaron mi vida. Hechos 14:19,20 cuenta: “Entonces vinieron unos judíos de Antioquia y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe”. Estando predicando el evangelio en Listra el apóstol Pablo sanó en el nombre del Señor a cierto hombre de allí, quien estaba sentado, que era cojo de nacimiento, el cual tenía fe. Los que vieron este milagro creyendo que los discípulos eran dioses quisieron ofrecerles sacrificios, pero ellos dijeron que no hagan esto sino que creyeran en el Dios que hizo los cielos y la tierra. En esa instancia sucedió lo que dicen los dos versículos citados antes. Lo significado de este relato es que luego de que Pablo fuera apedreado y arrastrado fuera de la ciudad, se levantó nuevamente y siguió predicando el evangelio. “Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe.Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”. (Hechos 14: 20-23).
Desde que el apóstol Pablo se encontró con Cristo en el camino de Damasco, se convirtió en un fervoroso predicador. En estas circunstancias fue apedreado, pero él se levantó en el nombre del Señor y siguió expandiendo el evangelio, convirtiéndose en un ardiente protagonista de la comunidad cristiana, contribuyendo a extender el evangelio más allá del pueblo judío, divulgándolo entre los gentiles. Además, viajó como misionero a Gracia, Asia menor, Siria y Palestina; y escribió varias epístolas a diversos lugares del entorno mediterráneo. Sus escritos instituyen una sólida interpretación del mensaje de Cristo, razón por la cual asistieron de manera decisiva al desarrollo teológico del cristianismo. Sus epístolas adecuaron el mensaje Cristo a la cultura helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo en el cual él había nacido. De la misma forma que el apóstol se levantó luego de ser apedreado, también se levantó de muchas circunstancias, esgrimiendo como único objetivo predicar el evangelio a los incrédulos de la tal forma que muchos puedan conocer a Cristo y alcanzar la salvación a través de la fe. Su fervor por comunicar el evangelio y hacer universal el mensaje del crucificado, lo desligó de la tradición judía, insistiendo en que el cumplimiento de la ley no es lo que salva a las personas de sus pecados, sino la fe en Cristo. Como consecuencia de estas afirmaciones tuvo que polemizar con muchísimos de sus contemporáneos hasta finalmente lograr liberar a los gentiles de las obligaciones rituales y alimenticias del judaísmo predominante, incluida la circuncisión. Lamentablemente en el país de los judíos fue mal admitido su mensaje, y estando en Jerusalén, fue apresado, juzgado y enviado a Roma, donde finalmente fue asesinado, convirtiéndose en representativo líder, maestro, escritor y apóstol de la comunidad cristiana.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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