Así como existen las ratas de biblioteca, también existen las ratas de video club. Debido a la TV por cable y satelital, al DVD y la Internet, vemos muchísimas películas. Y como consecuencia, todos, en mayor y menor medida, somos un poco cinéfilos. Ahora, no voy a hablar de cualquier clase de cinéfilo, voy a hablar del cristiano cinéfilo. Para comenzar, pregunto: ¿Qué es ser un cristiano cinéfilo? Ante todo quiere decir que un cristianos de estas características es aquel que tiene un gusto especial por el cine, elige las películas que va ver, tiene en cuenta los múltiples factores que componen un film, como son: el guión, los actores, la escenografía, aspectos técnicos y artísticos que constituyen la trama, pero por sobre todas las cosas, su comportamiento consiste en elegir películas que edifican, que tengan un contenido axiológico, valórico, ético, moral. Es decir, el cristiano cinéfilo es un experto analista de lo que le va a ser de bendición y lo que va a atentar contra su fe. Un cinéfilo cristiano no mira lo mismo que un cinéfilo que no conoce a Dios. Claro que ambos aprecian y disfrutan de cada uno de los elementos de la composición y el ambiente donde se proyecta la película, pero lo que los diferencia es que el creyente que ama el séptimo arte únicamente quiere ver aquellas películas que edifican su vida. Por supuesto, va a ver películas sobre variadas temáticas, pero siempre desechara toda película que deshonre sus creencias y valores. Filipenses 4:8 nos sugiere: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Como concurrí a un curso de apreciación cinematográfica por dos años, donde vi muchísimas películas, a mí particularmente me gusta el cine independiente ya que en esta clase de películas prima más el valor estético y artístico que el técnico. Estas películas generalmente se basan en guiones muy bien escritos y elaborados, donde la historia es contada a través de escenas y secuencias teñidas de imágenes de excelente fotografía. Tal vez no soy un cinéfilo enciclopedista que albergo en mi memoria diálogos, bandas sonoras, actores, y hasta los nombres de los editores, y una larga lista de nombres de los miembros de la producción y post-producción, pero sí sé cuales son las películas que son de bendición para mi vida. Siempre que vayamos al cine debemos tener en cuenta lo que dijo el apóstol Pablo: "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna" (1 Cor. 6:12). "Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica" (1 Cor. 10:23). Claro que podemos ir cine, alquilar un DVD o ver una película por televisión, pero siempre debemos ser selectivos y elegir películas de buen contenido moral, ético, axiológico. Es responsabilidad de cada uno elegir la película. No esta mal ver cine, lo que esta mal es ver cosas que perjudican nuestra fe. Dios no desea que seamos aburridos, pero si desea que no pongamos delante de nuestros ojos cosa injusta. (Salmo 101:3). A modo personal voy a decir que pienso que el cine es un entretenimiento sano, siempre y cuando elijamos una película de contenido coherente, sano, edificante. Las artes son básicamente formas de expresión. Existen dentro de las artes cosas buenas y malas. Y como tenemos libre albedrío, es responsabilidad de cada uno decidir con que va a alimentar su mente.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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