jueves, 3 de mayo de 2007

Vida eterna a través de Cristo.


Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mi, no morirá jamás”. (Juan 11:25,26). Jesucristo murió en la cruz para darnos vida en abundancia, no solamente en esta tierra sino en la eternidad con él. Todos vamos a morir y tendremos que encontrarnos con Dios en la eternidad y rendir cuenta por nuestros pecados, pero si aceptamos a Cristo como nuestro salvador, cuando nos encontremos con Dios podemos decirle que Cristo nos lavó de nuestros pecados con su sangre. El que cree en Jesucristo tiene vida eterna en esta tierra y en la eternidad. La paga del pecado es la muerte pero el regalo de Dios a través de Cristo es la vida eterna. Hace como 2000 años, un joven rico, hizo una pregunta sumamente importante al Salvador: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?" (Mateo 19:16). Pero la realidad es que no debemos hacer nada ya que no podemos ganarnos la salvación sino aceptarla por gracia. Es un regalo inmerecido. Por supuesto, que la fe debe ir acompañada de buenas obras, pero nuestras obras no pueden comprar a Dios. Únicamente la sangre de Cristo nos hace merecedores de la salvación. En su ensayo Porque tú escogiste los clavos, Max Lucado escribió: “Dios ha hecho con nosotros lo que yo estoy haciendo con nuestra casa. Ha hecho una lista de nuestras faltas. Sin embargo, la lista que Dios ha hecho no se puede leer. Las palabras no se pueden descifrar. Los errores están cubiertos. Los pecados están escondidos. Los que están al principio de la lista están ocultos por su mano; los de debajo de la lista están cubiertos por su sangre. Tus pecados están «borroneados» por Jesús. «Él te ha perdonado todos tus pecados: él ha limpiado completamente la evidencia escrita de los mandamientos violados que siempre estuvieron sobre nuestras cabezas, y los ha anulado completamente al ser clavado en la cruz» (Colosenses 2.14). Cristo es el camino a la salvación. El limpio con su sangre nuestros pecados. En él hemos sido limpiados completamente. El Salvador responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).

Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

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