miércoles, 16 de mayo de 2007

Los que buscan la felicidad en las riquezas.


La gente procura ganar prestigio, fama, éxito, a través de la adquisición de bienes materiales. Esta sociedad de consumo y materialismo en la cual convivimos programa, por medio de la publicidad, a que la gente desee ciertas cosas u objetos con el propósito de alcanzar la felicidad que tanto anhelan. Pero lamentablemente la realidad pone de manifiesto el hecho de que las riquezas ni la fama nos conducen a la felicidad sino que la felicidad tiene que ver con tener un proyecto de vida y aspirar al mismo tiempo a los valores y la ética. Cierta vez le preguntaron al gran educador Kirkpatrick, de la Universidad de Columbia, en U. S. A., ¿Cuál ha sido el descubrimiento más grande de la educación moderna? El respondió: El más grande descubrimiento de la educación moderna está encerrado en una sola frase: “El que salvare su vida la perderá; y el que la perdiere por una gran causa la hallará”. El jesuita Anthony De Mello dijo: “Lo que te hace feliz o desdichado no es el mundo ni las personas que te rodean sino los pensamientos que albergas en tu mente”. Lo que dice este jesuita es que lo que pensamos determina nuestro estado interior, psicológico, emocional. Si pensamos que la felicidad se encuentra en las riquezas y la fama, estamos pensando mal ya que la felicidad se encuentra en amar a Dios y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Lo que somos es producto de lo que le metemos a nuestras mentes. Por todo esto, el apóstol Pablo escribió: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, es esto pensad”.
Cuando buscamos la conquista de los bienes materiales como un fin en si mismo sufrimos y nos alejamos de la felicidad. No esta mal ser ricos o populares, lo que si esta es depender de eso para sentirnos felices. En su ensayo Las leyes del éxito, el Dr. Bernardo Stamateas, dijo que las riquezas no atraen la felicidad sino que la felicidad atrae las riquezas. Si somos felices atraemos la bondad, el amor, la virtud, los buenos modales. Lo que damos recibimos. Es la ley de la siembra y la cosecha. Si sembramos felicidad cosechamos felicidad, pero si sembramos codicia cosechamos vacío y hastío. Como dije líneas arriba, la felicidad se encuentra en los valores, la ética, la moral, la axiología. Ahora, ¿Dónde se encuentra esa fuente de valores? El Dr. Josh Mcdowell, autor del ensayo Respuestas fáciles a preguntas difíciles, nos da la respuesta: “Los valores que se basan en la palabra de Dios son el meollo de la vida”. En la palabra de Dios se encuentran todas las respuestas a nuestras preguntas y dilemas. Las riquezas, la fama, el éxito no pueden darnos la felicidad sino que Dios es la felicidad. Jesús dijo que si conocemos la verdad, la verdad nos hace libres, y la palabra de Dios es la verdad, es la fuente de valores, ética, moral, axiología, que tanto necesitamos para ser felices. Dios nos creo para que seamos felices. Por eso nos ha dado consejos y mandamientos a través de su palabra para que los pongamos en práctica y esta manera podamos atraer la felicidad hacia nosotros. Si nos acercamos a Dios atraeremos la felicidad, pero si nos alejamos de él, atraemos la desgracia y el sufrimiento.
No nos hacen falta más cosas, objetos, sino que nos hace falta es Dios. Y tener una relación estable y permanente con Dios a través de Cristo, posibilita que seamos felices y demos gracias por todas las bendiciones que Dios nos ha dado en su inmensa gracia y sabiduría. Mamerto Menapace: “Al hombre no le hacen falta más maravillas sino más capacidad de maravillarse”. Cuando estamos bien con Dios se nos abren los ojos y comenzamos a ver todo lo que él nos ha dado y nos seguirá dando cotidianamente. La sociedad pone etiquetas, cosifica, pero Dios no te trata como a un objeto sino como a un sujeto, como a un ser humano. Dios nos creo para que seamos felices y en su palabra nos dice como podemos alcanzar la felicidad que tanto deseamos. Lo único que debemos hacer es acercarnos al Señor sedientos de su presencia, entonces él prosperara nuestro camino y todo nos saldrá bien, más que bien. “Le preguntaron a un sabio cristiano de la antigüedad ¿Quién es el ser más feliz? Y respondió: El ser más feliz de todos es Dios. Como no esperaban esa respuesta, le volvieron a preguntar: Y después de Dios, ¿Quién es el ser más feliz? A lo que el sabio respondió: El ser más feliz después de Dios es aquel que está más cerca de Dios”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

maldetective dijo...

Hola, yo creo que la felicidad no está en la riqueza, coincido contigo, por cierto, que aquí hablan de algunos aspectos de la felicidad bastante curiosos. Saludos.