
Un padre entrego a su hijo varios clavos y una tablita, recomendándole que cada vez que cometiera una mala acción clavara un clavo en la tabla. A los pocos días, el hijo le dijo al padre que ya había gastado todo los clavos debido a sus múltiples malas acciones. El padre le pregunto porque ya había gastado todos los clavos y le chico dijo que no había podido evitar su mal comportamiento. Entonces, el padre le dio una recomendación, pero esta vez tenía que sacar un clavo de la madera por cada buena acción que cometiera. Casi con igual prontitud volvió el muchacho a reunir los clavos y el padre lo felicito por proceder con bondad. Así pues el padre le dijo que aunque había hecho buenas acciones y había retirado los clavos de la tabla, las marcas de los claves permanecían indelebles en la tabla. Finalmente el padre le dijo a su hijo que en la vida pasa lo mismo: las buenas acciones jamás reparan completamente el daño que las malas acciones dejaron indeleblemente.
Todas nuestras acciones tienen repercusión. Una decisión siempre nos conduce a consecuencias. En su ensayo El viernes, pero el domingo viene, el Dr. Anthony Campolo escribió: “Todos tenemos opciones sin importar cuales sean nuestros antecedentes. Siempre hay opciones de entre las cuales podemos escoger. En definitiva, somos criaturas de decisión a quienes Dios ha dado libertad para determinar su futuro”. El apóstol Pablo también dijo que todo le era provechoso pero que no todo le convenía. La vida es un jardín de senderos que se bifurcan y nosotros tenemos que elegir un camino entre tantas opciones. Ahora, elegir el camino correcto no es imposible si tenemos en cuenta la voluntad de Dios. Si andamos en el camino del Señor todo nos irá bien. En el salmo 32:8,11 leemos: “Te haré entender, y te enseñaré en camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como la mula, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. Muchos dolores habrá para el impío; más al que espera en Jehová, le rodeará la misericordia. Alegraos justos en Jehová y gozaos, justos y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón”.
Dios nos creo para que seamos bondadosos, amables, altruistas, no nos creo para la indiferencia o el odio sino para el amor. Las personas bondadosas tienen más éxito, son respetadas y queridas, y tiene una vida con propósito gracias a esta cualidad moral. Hacer el bien es gratificante. Dar es mejor que recibir. Las malas acciones hace que nos transformemos en espanta personas ya que con nuestras malas actitudes alejamos a los demás de nosotros. Ya que tenemos la posibilidad de mejorar el mundo que nos rodea y ayudar a otros, tenemos que asumir nuestra responsabilidad ética, moral y espiritual de conciliar el interés individual y colectivo, procurando el bien de todos independientemente de lo que digan y piensen los demás. Nosotros debemos hacer el bien porque Dios ha dicho en su palabra que debemos amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Las buenas acciones siempre tienen buena repercusión. Alguien dijo que todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
Todas nuestras acciones tienen repercusión. Una decisión siempre nos conduce a consecuencias. En su ensayo El viernes, pero el domingo viene, el Dr. Anthony Campolo escribió: “Todos tenemos opciones sin importar cuales sean nuestros antecedentes. Siempre hay opciones de entre las cuales podemos escoger. En definitiva, somos criaturas de decisión a quienes Dios ha dado libertad para determinar su futuro”. El apóstol Pablo también dijo que todo le era provechoso pero que no todo le convenía. La vida es un jardín de senderos que se bifurcan y nosotros tenemos que elegir un camino entre tantas opciones. Ahora, elegir el camino correcto no es imposible si tenemos en cuenta la voluntad de Dios. Si andamos en el camino del Señor todo nos irá bien. En el salmo 32:8,11 leemos: “Te haré entender, y te enseñaré en camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como la mula, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. Muchos dolores habrá para el impío; más al que espera en Jehová, le rodeará la misericordia. Alegraos justos en Jehová y gozaos, justos y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón”.
Dios nos creo para que seamos bondadosos, amables, altruistas, no nos creo para la indiferencia o el odio sino para el amor. Las personas bondadosas tienen más éxito, son respetadas y queridas, y tiene una vida con propósito gracias a esta cualidad moral. Hacer el bien es gratificante. Dar es mejor que recibir. Las malas acciones hace que nos transformemos en espanta personas ya que con nuestras malas actitudes alejamos a los demás de nosotros. Ya que tenemos la posibilidad de mejorar el mundo que nos rodea y ayudar a otros, tenemos que asumir nuestra responsabilidad ética, moral y espiritual de conciliar el interés individual y colectivo, procurando el bien de todos independientemente de lo que digan y piensen los demás. Nosotros debemos hacer el bien porque Dios ha dicho en su palabra que debemos amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Las buenas acciones siempre tienen buena repercusión. Alguien dijo que todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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