miércoles, 14 de marzo de 2007

La voluntad de Dios y la posmodernidad.

En “la libertad como pasión”, Daniel Innerarity reflexionó: “En la cultura posmoderna, la libertad goza de una consideración privilegiada… No podemos acomodarnos a una situación de falta de libertad pero a la vez nos encontramos con infinidad de formas en que la libertad se llena de vacío, se anquilosa, se pudre por falta de uso, revienta cuando es vivida como acumulación de poder, se trivializa cuando renuncia a proyectarse socialmente… Hoy sus amigos son más solapados y difíciles de vencer: el aburrimiento, el hastío, la anomia cultural, la frivolidad, el conformismo y la rutina en que van languideciendo sus beneficiarios”.
Cada momento tiene su exigencia de aceptación. Vivir en esta época complicada, en que todo funciona mal en el campo económico, político y social, es un trabajo muy arduo y que demanda mucho trabajo físico e intelectual. Vivir de un modo infeliz es muy fácil. Lo difícil, pero más importante, es vivir disfrutando de la vida y de lo que uno es en cada tramo de la existencia humana. Las situaciones de la vida se suceden unas tras otras. Hay momentos que irrumpen en nuestras frágiles vidas. Lo esperemos o no, siempre se nos presentan diferentes caminos, alternativas y opciones que elegir. Y es en esos momentos cuando tomamos decisiones que abordamos que cambian nuestras rutinas completamente. Cuesta vivir. Vivir es un arte. Ser libre es un arte. Tener esperanza es un arte. Tomar decisiones es un arte. Porqué día a día, al tomar decisiones, nos vamos formando por dentro, y eso, permanece dentro de nosotros hasta la muerte.
No cabe duda de que debemos enfrentarnos a momentos inéditos que producen dentro nuestros cambios radicales. Así pues, ¿cómo reaccionamos y aceptamos los momentos inéditos? En el salmo 146 se encuentra la respuesta: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, al santuario de la moradas del altísimo. Dios está en medio de ellas: no será removida ni conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros de fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; será exaltado entre las naciones; enaltecido será en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob”.
Este tercer milenio es un tiempo de maquinas, vehículos de metal, y pájaros con alas de hierro, tenemos de todo. Sin embargo, el hecho de tener de todo, no nos ha librado de las preguntas de la vida. A veces andamos a la deriva porque nos olvidamos de la voluntad de Dios. Hacemos lo que queremos. Pero en ocasiones erramos el camino. ¿Por qué? Simplemente porque dejamos de lado la voluntad de nuestro creador. En estos tiempos, abundan los individuos que abandonan sus creencias, abundan las separaciones matrimoniales, las depresiones, los trastornos psicosomáticos divergentes, que aparecen como síntomas de la imposibilidad de muchos individuos por superar los obstáculos y las situaciones que exceden a su capacidad de reacción frente a las situaciones inéditas de la existencia humana. Todo esto pasa porque los seres humanos dejan la volunta de Dios de lado. Se olvidan de que Dios es nuestro amparo y fortaleza. Dios es el único que puede darnos la sabiduría y las fuerzas suficientes de la vida. Dios es quien nos ayuda a que luchemos con vitalidad contra las diversas adversidades que encontramos en nuestro peregrinaje es esta efímera vida en la tierra. La posmodernidad ha trastocado los valores y ha desorganizado las rutinas por completo. Los seres humanos yacen desorientados y confundidos por el ruido de las fábricas, las computadoras, los medios de comunicación que nos empapan con imágenes que se mutan constantemente. Por todo esto es obvio que debemos confiar en Dios por sobre todas las cosas. Eso es lo importante., confiar en que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros.
Debemos dejar de lado nuestra voluntad y debemos ejecutar, conscientemente, la volunta de Dios, pues es la voluntad de Dios lo que nos llena el alma de moco completo. Hacer la voluntad de Dios es la médula espinal de la verdadera libertad interior. La voluntad del hombre es peligrosa. Alguien dijo que los seres humanos hacen lo posible y que Dios hace lo imposible. La voluntad de Dios es infalible. Por tanto, hacer la voluntad de Dios, consiste en dejar que Dios realice lo imposible en nosotros y a través de nosotros.

Julio C. Cháves.

No hay comentarios.: