miércoles, 14 de marzo de 2007

La tolerancia.

Ser tolerante es soportar opiniones diferentes, ideas diferentes, creencias diferentes, políticas diferentes. Cuando somos tolerantes, soportamos, a pesar de que no estamos de acuerdo, a los demás. Tolerar a los demás es soportar cosas que no nos agradan de ellos. Tolerar es comprender, ser benevolente, indulgente para con las personas que no nos resultan afables del todo. Es comprender sin amor. Y comprender sin amor es igual a no entender lo que le pasa al otro, pero de igual modo, lo soportamos. Ser tolerante es evitar el odio y la anarquía. Soportar no es mostrar afecto. Porque mostrar afecto es ayudar que los demás cambien para bien. Al contrario, tolerar es dejar que el otro sea como es, pese a que nosotros no nos agrada su carácter. “La tolerancia es la caridad de la inteligencia”, dijo Jules Lemaitre.
Todos utilizamos la tolerancia. Yo tolero a las personas que fuman, pese a que odio el cigarrillo y que si fuera por mi prohibiría el tabaco. Toleramos que los economistas tomen malas decisiones que están repercutiendo para mal, pero no estamos de acuerdo. Tolerar es soportar. Estamos soportando muchas cosas que no nos agradan. Todos nos soportamos unos a otros. Uno soporta el mal humor de su cónyuge. Un migo soporta la mala onda de su negativo amigo. Soportamos la música a todo volumen. Soportamos las motos a escape libre. Voltaire pensó: “Todos estamos llenos de debilidad y errores, perdonémonos recíprocamente nuestras tonterías. Esa es la primera ley de la naturaleza”.
Tolerar es soportar. Ahora, ¿hasta que punto debe llegar la tolerancia? ¿O será que creemos en la tolerancia permisiva? La tolerancia tiene un tope. Debemos tolerar la emigración pero con un tope. Debemos tolerar la rebeldía pero con un tope. Porque la tolerancia permisiva no sirve . Es obvio que la brecha entre países ricos y países pobres es cada vez más abismal. El egoísmo de los países ricos ha generado la negativa explosión demográfica, el fenómeno de la emigración masiva. Esto que estoy hablando es únicamente un ejemplo. Al fin y al cabo, lo que quiero decir realmente es que la tolerancia permisiva nos está destruyendo irremisiblemtne. Cuando toleramos estamos soportando lo que condenamos. Así pues, si el individuo que estamos soportando nos intenta ganar a favor de su ideología, sus creencias, sus políticas, es obvio que debemos ser intolerantes. Hay que tolerar pensamientos diferentes, pero dejando de lado lo que no soportamos. La tolerancia tiene un tope, un límite. Si tolero necesito que toleren el hecho de que no estoy de acuerdo con algo o alguien. Debemos tolerar no lo malo, sino lo bueno y diferente. Paul Ricoeur dijo: “La tolerancia es una gran virtud en el ejercicio del poder”. Y. P.H. Spaak pensó: “Ella implica simplemente que se acepte que otros no piensen como usted, sin odiarlos por eso”. Y V. Jankélevitch expresó: “La tolerancia es la adaptación del hombre a un mundo en desacuerdo. Pacifica la tragedia del absoluto plural. Es el aceite que lubrica los engranajes de la coexistencia. Permite a los que no se aman soportarse en la espera de poder amarse. Así se cumple el milagro de nosotros, el milagro de la comunidad”.

Julio C. Cháves.

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