
Contestándole a un abad de Núremberg, que le había enviado un juego de herramientas de tornero, el gran reformador, Martín Lutero decía: “He progresado considerablemente en el oficio de relojero, y me alegro mucho de ello, porque estos sajones borrachos necesitan que se les recuerde constantemente la hora que es; aunque no porque les interese, ya que mientras estén llenos sus vasos, poco les molestará si los relojes, o los relojeros, o el tiempo, van bien”. Las personas nos desenvolvemos físicamente e intelectualmente, pero es Dios quien nos da las capacidades. Dios colabora con nosotros. Dios le dijo a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. (Josué 1:9). Cuando el creyente trabaja en procura de la bendición, Dios lo acompaña. El pecado hace que nuestro trabajo no funcione ni de fruto. El que trabaja para satisfacer sus deleites y placeres, sin tener en cuenta a Dios, trabajo en vano. El que tiene al dinero como amo y señor de su vida es porque realmente no conoció a Dios y la bendición no le sigue. Pero cuando una persona tiene a Dios como Señor entonces va a trabajar y su trabajo va a dar fruto en abundancia.La pereza es una maldición. Dios no bendice al haragán. Proverbios 24: 10 sentencia: “Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida”. Dios bendice al hombre diligente. Cuando Alejandro Magno venció a los persas, observó sus costumbres y dedujo que no sabían que pudiera haber nada más servil que una vida de placer, o más ilustre que una vida laboriosa. La diligencia es una bendición. Cuando Dios ve a un hombre trabajador, él le da fuerzas, sabiduría y vitalidad espiritual para que ese hombre o esa mujer conquisten la bendición. Muchos cristianos tienen una mala actitud ante el trabajo y esto no le agrada a Dios. Jesús de hecho trabajo con sus manos de carpintero. El apóstol Pablo fabricó carpas para ganarse la vida. Los cristianos tenemos la responsabilidad de bendecir a Dios con nuestro trabajo. A Dios no le gustan los vagos ni los haraganes, Dios bendice al hombre trabajador. Proverbios 22:29 dice: “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición”.
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