lunes, 26 de abril de 2010

El síndrome de la soltería prolongada...

Ya nadie se casa. Se duerme solo. Nada de ataduras. Mantener una familia cuesta plata y hay que ser responsable. ¿Y a quien le gustan los compromisos hoy día? Algunos van con alguien de la mano y de pronto prefieren soltarse. ¿Por qué? Ya hace más de cinco años que andan de novios y la chica, digo la chica porque las mujeres son las que siempre quieren casarse, pronuncian esa pregunta que los hombres odian: ¿Cuándo nos casamos, querido? El responde sin pelos en la lengua, como si fuera dueño de la verdad absoluta: Querida, ¿Quién es el audaz que se casa con las cosas como están hoy? Este tipo de conversaciones son las que justifican el retraso del matrimonio, y muchas veces ponen en peligro la relación. En esta nota vamos a explorar psicológicamente esta anomalía afectiva llamada síndrome de la soltería prolongada, que más que un mero capricho, es un mal de nuestra época.

En la novela El soltero de Ricardo Halac se cuenta la historia de Raúl, un soltero empedernido. Raúl quien tiene un buen trabajo, disfruta de la compañía del sexo opuesto, y también sabe sacar provecho de un buen momento de soledad en su departamento, pero… A los 33 años la sociedad le pide que siente. Como le dice Grisetti, uno de los personajes de la novela: “¡Raúl…! ¡Hay que casarse, tener hijos, pagar impuestos! Si no, ¿cómo se mantienen los hospitales, las escuelas, se compra tiza, gasa, algodón?”. Pero Raúl se declara en rebeldía y la novela se torna en un desfile grotesco y alucinado de hombres y mujeres que lo persiguen; la familia de la novia, que le tira los ravioles encima; el millonario que pide por su hijo de rodillas; los compañeros de trabajo que urden una despedida de soltero salvaje y así todos conspiran en su contra con el único objetivo de hacer que Raúl siente cabeza, pero lo que pasa es que Raúl es víctima de la soltería prolongada.
El miedo al compromiso afectivo domina la juventud. Los jóvenes, vacilantes, volátiles, inseguros de su futuro laboral, escépticos del sentido de una relación para toda la vida, debido a la crisis de las parejas en la actualidad, deciden prolongar el matrimonio, gestando en si mismos el incremento del individualismo y la soledad. Algunos dicen que no están lo suficientemente maduros para casarse y pasan los años, lo cual posteriormente les complica aún más las cosas. Estudio realizado por psicólogos revelo que los jóvenes quieren casarse y formar una familia pero los medios de comunicación no valoran esto ya que lo único que genera buen rating en los canales de televisión son las rupturas conyugales. La multiplicación de los divorcios incrementa el concubinato e insita a no casarse. Y como si el miedo al casamiento fuera poco, una investigación por especialistas británicos revela que los solteros viven menos tiempo que los casados.
“Ser soltero puede ser tan peligroso para la salud como el cigarrillo”. Eso es lo que sostiene un estudio realizado por el profesor
Andrew Oswald, de la Universidad británica de Warwick. ¿En qué se basa para sostener esto? Bueno, dice que el tipo de vida que llevan las personas que no están en pareja es mucho más agitado y ajetreado que los que sí la tienen. Los solteros y solteras que rondan los treinta salen más, toman más y no respetan los horarios de cada comida”. En otras palabras, podemos decir que el síndrome de la soltería prolongada acorta la vida a los solteros. "El matrimonio te mantiene vivo y el efecto es considerablemente grande", señaló Oswald al diario The Independent on Sunday, al subrayar que los riesgos de un soltero pueden ser "similares a los de un fumador". Indefectiblemente estar casado mejora considerablemente la vida. Se vive más en plenitud. El matrimonio contribuye a que los conyugues vivan una vida más calma, ordenada y con buenos hábitos. Se trasnocha menos. Se toma menos. Se duerme bien. Se vive mejor. A este respecto, el cantautor Joaquín Sabina daba una explicación más que clara en sus letras hace algunos años: “Si lo que quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer... evita el humo de los clubes, reduce la velocidad... funda un hogar en el que nunca reine más ley que la seguridad”. Esta canción de sabina tendrían que escucharla todos aquellos que son como Raúl, solteros empedernidos. Y si Dios quiere, como dice el informe británico, prolongaran su longevidad.

Julio César Cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar www.juliochaves.blogspot.com

No hay comentarios.: