viernes, 16 de marzo de 2007

Envejecer.

La vida es un compendio de innumerables etapas, es un compendio de cambios físicos y psicológicos. Hoy puedo decir que soy joven pues tengo 24 años de edad. Sin embargo, estoy envejeciendo. Antes era un niño. Después de ser niño fui un adolescente. Ahora soy un joven adulto. La vida cambia de un modo ineluctable. Para bien o para mal. Eso lo vamos formando nosotros con nuestras decisiones. Las decisiones dan forma a la vida. Es obvio que todos queremos que las cosas cambien para bien. Pero en la vida no todo es de color rosa. Lo negativo también se cruza en nuestro camino. Los humanos envejecemos. El tiempo pasa y surte su efecto sobre todos nosotros. Nada permanece igual. El único inmutable es Dios. Hoy estamos en esta vida y mañana partimos a la eternidad. La vida en esta tierra es efímera.
La vida es un compendio de innumerables momentos. En ocasiones experimentamos momentos satisfactorios, pero generalmente las cosas no nos salen como nosotros esperábamos que sucediesen. En efecto, la vida es tan hermosa como salvaje. El cielo es azul, pero a veces se torna tormentoso y oscuro. Los pájaros cantan y también dejan de cantar. La vida no es rectilínea, tiene curvas. Hay problemas de la vida que tienen su raíz en estúpidas políticas humanas, pero también hay cosas que pasan que no sabemos porque pasan. Simplemente hay hechos de la vida que son indecibles. Así pues, cabe que nos preguntemos: ¿Qué actitud debemos tener ante los conflictos de la vida? Creo que la mejor respuesta la tiene el principal teólogo protestante norteamericano de los años 40 y 50, que dijo: “Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, coraje para cambiar las cosa que puedo , y sabiduría para conocer la diferencia”.
En la vida nada es igual. Todos experimentan la vida de diferente modo. Algunos individuos han sufrido y eso les ha proporcionado cierta sabiduría para vivir. Sin embargo, hay individuos que jamás han sufrido y también saben vivir. Alguien dijo que “la sabiduría de la gente que no ha sufrido es sospechosa”. Esto parece verdad, pero no lo es. Es verdad que la experiencia nos enseña muchas cosas, pero no lo es. Es verdad que la experiencia nos enseña muchas cosas, pero también es verdad que para aprender todo en el campo de la experiencia necesitamos transitar una eternidad, y esto no es posible. Es verdad también que el sufrimiento enseña muchas cosas, pro eso no significa que debemos sufrir para aprender. Yo personalmente conozco personas que me han enseñado muchas cosas importantes y sin embargo, han sufrido muy poco. Lo cierto es que en la vida se pueden aprender muchas cosas sin experimentarlas. Un ejemplo: sabemos que hay personas que han viajado a la luna y que han vuelto a salvo a la tierra. Esto lo aprendemos de la historia y sabemos que es un conocimiento correcto. Sin embargo, nosotros no lo hemos experimentado.
Podemos aprender de muchas maneras. Podemos aprender de nuestra experiencia. Podemos aprender de la experiencia de los demás. Y también aprender de la palabra de Dios, por medio de la lectura de la Biblia. Debemos envejecer con sabiduría. Debemos cambiar lo que podemos cambiar. Debemos dejar como están las cosas que no podemos cambiar. Miremos las cosas con optimismo. Seamos positivos. La muerte algún día nos alcanzara. Mientras tanto, debemos aprender a vivir, a amar, a dar, a recibir, a convivir, a ser felices. Se cuenta que San Francisco de Asís habló de la muerte como nuestra hermana. En algunas partes del mundo se nos dice que seamos indiferentes a la muerte. Pero esto esta mal, pues la muerte es lo que nos permite ser más conscientes de la vida, de lo que somos. La muerte está dentro de nuestro ser existencial, inscrita en nuestro código genético. Desde que nacimos estamos muriendo. Nuestros cuerpos están destinados a terminar en el comentario. De modo que debemos ser realistas respecto a la vida, pues esta vida es efímera. La eternidad nos espera con los brazos abiertos. Negar que somos mortales es escapar de una de las verdades más básicas. Soy joven. Y estoy envejeciendo. A esto se debe mi compromiso con la vida. Anhelo ser feliz. Anhelo estar en buena relación con Dios. Anhelo entablar relaciones humanas positivas. Quiero enfrentar la vida con el corazón de un niño y la sensibilidad de un anciano. Quiero mirar las cosas en positivo. Quiero separar lo que puede cambiar de lo que sí puedo. Quiero mirar la vida con optimismo, mirar las cosas en positivo. 1 de Corintios 13:11-12 dice: “Cuando yo era niño, hablaba como niño; pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a car. Ahora conozco en parte; pero entonces conocer como fui conocido”.

Julio C. Cháves.

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