lunes, 14 de enero de 2008

Como un frasco lleno de gránulos movedizos


Varias personas me dijeron que me admiran porque dicen que yo siempre supe lo que quise. Con respecto a esto tengo que decir que no es así. En realidad siempre me encuentro queriendo en ciertas circunstancias. A veces sumo y a veces resto. Fui muchas cosas y podría haber sido otras, pero me parece que soy producto de múltiples vivencias, de accidentes, de imprevistos, de aciertos, de premios y castigos. Un escritor un día dijo refiriéndose a su biografía: “Soy como un frasco lleno de gránulos movedizos que ora te pintan una figura, ora otra, como las linternas mágicas de antaño”.
Honestamente tengo que admitir que durante años fui bastante movedizo. Puedo decir que fui totalmente cristiano y por momentos, terminé comiendo algarrobas con los cerdos. Pero cuando estaba lejos del Señor, aunque nunca dejé de ir a la iglesia, recordé que en la Casa de mi padre hay muchas bendiciones. Dios de una u otra forma me reconduzco a su camino.
A veces pensé que moriría de sed en el desierto. Por instantes creí ver palmeras en el horizonte pero todo terminaba siendo un simple espejismo y entonces, caía de rodillas en la arena caliente y simplemente seguía sin encontrarle el sentido a mi vida. Pero repito, Dios es sabio, es inmanente. Después de muchos años, con muchos libros leídos, con buenos y malos recuerdos, con vivencias, con búsquedas, puedo decir que cuando veía un solo par de huellas en la arena es porque Jesús me cargaba en sus brazos. Nuestro Señor es nuestro Guardador, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Dios esta detrás de cada circunstancia que nos rodea. Aunque nuestras vidas sean como gránulos movedizos que ora nos pintan una figura, ora otra, como las linternas mágicas de antaño, Dios siempre esta a nuestro lado. Disfrutemos de lo imprevisto. Disfrutemos, incluso, de no saber totalmente lo que queremos. Porque eso es la vida, es ir haciéndose, es ir buscando, encontrando y perdiendo, es agarrar y soltar, es esperar y también dar esperanzas, es percibir y ser percibidos, es, simplemente, ser un hijo de Dios.


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: