viernes, 11 de abril de 2008

Fe es creer para ver


El apóstol Pablo dijo que debemos congregarnos. Y estoy de acuerdo con él. Es bueno congregarse. Ahora, con lo que no estoy de acuerdo es con aquella gente que va a la iglesia por el pan y los peces. Muchos van a la iglesia con el fin de que Dios les solucione todos sus problemas, cuando en realidad Dios estableció leyes que rigen el universo. Si los creyentes respetamos las leyes morales que nuestro Creador estableció vamos a cosechar la bendición.

He escuchado a cristianos preguntar porque les van mal las cosas. Le echan la culpa al diablo, al país donde viven, a la sociedad. Pero lo cierto es que no importa el contexto donde nos movamos, si trabajamos, vamos a participar de los frutos. Si sembramos, vamos a cosechar. Si golpeamos puertas, nos van a abrir. Si llamamos, nos escucharan. ¿Es una fe sincera la fe que no actúa?, preguntó alguien.

Cuando Cristo llamo a sus discípulos les decía: “Sígueme…”, lo cual significa que debemos caminar en pos de él. Cuando Cristo sanaba a la gente les decía: “Levántate; extiende tu mano; despierta…”. Todas estas frases hablan de que debemos movernos, debemos hacer algo. De hecho, la fe no es ver para creer, sino creer para ver.

El predicador Dante Gebel dice que si tenemos mente de montón, vamos a tener unción de montón, pero si tenemos mente única vamos a tener unción única. Es decir, si vamos a la iglesia con el simple propósito de pedir, Dios no nos va a dar nada, pero si vamos a la iglesia a darle nuestro corazón y rendirnos a él, entonces él nos dará todo lo que necesitamos. Una de las bienaventuranzas dice que si buscamos el reino de Dios y su justicia, todas las demás cosas nos serán añadidas.

Los creyentes no debemos ir a la iglesia a hablarle a Dios de nuestros problemas, debemos hablarle a nuestros problemas de lo grande que es nuestro Dios. El apóstol Pablo dijo que el débil debe decir que es fuerte por fe. Es más, los cristianos no andamos por vista sino por fe. Hace unos años leí el libro ¿En que creen los que no creen?, de Umberto Eco y el arzobispo Carlo María Martini, donde a través de un diálogo epistolar los autores decían que todas las personas tenemos dentro de nuestro corazón a un creyente y a un incrédulo y depende de cada uno a quien deseamos alimentar. Si vamos a la iglesia y leemos la Biblia, estamos alimentando a nuestro creyente interno, pero si no vamos a la iglesia y vivimos indiferentes hacia Dios, entonces estamos alimentando a nuestro incrédulo interno. Así pues, los que buscamos la bendición debemos congregarnos. “Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula”, dijo San Agustín.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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