viernes, 1 de noviembre de 2013

Buenas expectativas


 

“Todos podemos llegar a valer mucho más de lo que nos dicen o nos figuramos que valemos”.

William James

Hacerse demasiadas expectativas de algo es peligroso. Y más peligroso aun es no tener expectativas. Sin expectativas, sin esperanza de lograr alcanzar una meta o un objetivo, la vida se vuelve algo pesado, agobiante y rutinario. La esperanza de que las cosas cambien nos ayuda a mantenernos vivos. Tener buenas expectativas de las cosas en general nos ayuda a creer en lo que somos y en lo que podemos llegar a ser. Con expectativas un escritor puede llegar a escribir una gran obra literaria; con expectativa un inventor puede hallar la idea que le faltaba para su gran invento; con expectativa un alpinista puede llegar a la cima de esa montaña que parecía imposible de escalar, etc. Nadie puede lograr algo si no cree en lo que hace. Los logros personales son producto directo de las expectativas. En toda circunstancia  de la vida, tener buenas expectativas, no imaginarias sino realistas, nos mantiene en aras de nuestros objetivos y nos mantiene en pie ante cualquier tipo de obstáculos. La expectativa es la madre de la acción positiva.


 

El escritor alemán, autor del famoso relato “Fausto”, Wolfgang Goethe dijo: “Trata a las personas como son, y ellas permanecerán así, trátelas como si fuesen lo que pueden ser, y las ayudará a transformarse en lo que son capaces de ser”. Si queremos que nuestras relaciones interpersonales sean dinámicas y positivas, debemos sembrar buenas expectativas. Es decir, debemos esperar de los demás lo mejor. Además, debemos tener expectativas de nosotros mismos, esperando dar lo mejor de nosotros a los demás. Siempre las personas pueden llegar a ser mejores de lo que son. Todos podemos cambiar para bien.

 

Si ponemos empreño y corazón en lo que somos y hacemos, tendremos una buena actitud y lo que ardientemente deseamos, se convertirá en realidad, gracias a nuestros esfuerzos expectantes. La expectativa solidifica nuestros anhelos y dará vigor a nuestros pensamientos. Siempre debemos esperar lo positivo, lo bueno. Si esto no llega, hay que recordar que podemos esperar lo que queremos, pero hay que soportar que lo venga. Así lo afirmó Cicerón. A veces llega lo que esperamos y otras veces no. Lo importante es esperar con buenas expectativas. En este siglo XXI hay mucho pesimismo y la gente vive diciendo que hay que esperar lo peor puesto que nada va a mejorar. Si prestamos atención a estas malas predicciones nuestra vida será totalmente negativa. Ahora, si tenemos en cuenta esta realidad, pero de todos modos seguimos esperando, de los demás y de nosotros mismos, lo bueno y lo mejor, el mundo podrá arder en llamas, pero nosotros seguiremos teniendo buenas expectativas de nuestros semejantes y nosotros mismos. ¿De qué sirve tener malas expectativas? ¿Para qué empezar un proyecto si vivimos pensando y declarando que no lo vamos a finalizar? Miguel  de Cervantes afirmó: “No améis lo que sois, sino aquello en lo que os convertiréis”. Y Orison Swett Marden dice: “La costumbre de esperar en nosotros mismos estimula nuestras mejores cualidades”.

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