domingo, 15 de mayo de 2011

James Cameron: el padre de las criaturas



Inventó a Terminator, hundió el Titanic y creó una raza: los Na´vi de Avatar. James Cameron tiene 56 años pero parece mayor. Tiempo atrás tenía pelo rubio y barba pelirroja, ahora su cabllera es blanca y anda por la vida afeitado. Quizás sea el rasgo más visible del paso de ser un joven con ilusiones de cineasta, a ser uno de los directores más taquilleros de los últimos tiempos. Considerado un gran visionario, y no conforme con ser un pionero de los efectos especiales, filmó Avatar en 3D con un sistema de cámaras que él mismo ayudó a perfeccionar.

Con esta, su última película, recaudó más de 2.700 millones de dólares, rompiendo su propio record anterior (Titanic sumó 1.800 millones)… pero no siempre el director las tuvo fáciles. Cameron nació en Canadá y creció en un pueblito cerca de las cataratas del Niágara. Su padre era ingeniero; su madre, un ama de casa dedicada a sus cinco hijos. James, el mayor de todos, creció teniendo como ídolo a Jacques Cousteau, soñando ser buzo cuando sea grande. Pero, a los catorce años, ocurrió algo que lo marcaría para siempre en lo que es su pasión y el causante de los miles de millones de dólares en su cuenta bancaria: 2001, una odisea espacial, obra maestra de Stanley Kubrik, inició el romance de Cameron con el cine, para siempre.

Lentamente fue adentrándose en el oficio del cine. Su ingenio y creatividad lo hicieron ascender muy rápido, y en el año 1981 ya estaba dirigiendo Piraña 2. Problemas en el rodaje hicieron que Cameron deba abandonar el proyecto y regresar a Los Angeles… pero de toda crisis nace una oportunidad, y es entonces cuando comenzó a escribir la que sería un hito insoslayable en la historia del cine del género: Terminator, cuyo guión circuló por Hollywood hasta caer en las manos correctas, las de Arnold Schwarzenegger, quien interpretaría al inolvidable robot. La película costó seis millones y recaudó ochenta. Las carreras de Cameron y de Arnold se dispararon.

Talento, tenacidad, imaginación y mucha capacidad para enfrentarse a los comentarios adversos: son cualidades que una y otra vez se presentan en todo aquel que tiene una pasión y logra, a través de ella, el éxito. En proyecciones previas de Avatar, siendo Cameron un director consagradísimo, decían sarcásticamente que el filme sería una versión mejorada de Los pitufos. ¿Cómo reaccionó el director?: “Está perfecto. Una reacción negativa antes del estreno te inmuniza, te da energía”. Y así fue. La vio todo el mundo y la nominaron a nueve Oscar.

Pero, sobre todo, la pasión por lo que se hace y el rodearse siempre de un buen grupo humano: “Lo mio no es una obsesion. Hacer películas es una pasión, y a mí lo que más me apasiona es trabajar con las mejores personas que pueda hallar y lograr el mejor filme posible. ¿Está mal?”.

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