
Dios gana todas las batallas. Y si nosotros somos sus hijos ganaremos todas las batallas. A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien y las tormentas que atravesamos no limitarán nuestras vidas sino que nos hará expandir. Dios tiene siempre la última palabra. Con Dios nunca perdemos, siempre ganamos. Había un pájaro que vivía en un pantano desde siempre en medio del lodo y del barro. Y el barro cubría sus alas y su cuerpo. Lo único que conocía era comer gusanos del fango. Un día una tormenta arraso con todo y fue levantado por la fuerza del bien, junto con el árbol podrido y con el deseo de salirse de la tormenta comenzó a aletear con fuerza y la tormenta comenzó a sacar el barro de sus alas y al estar limpio descubrió que siempre había podido volar. Las tormentas de la vida lo único que van a hacer es sacarnos de encima todo lo que nos sirve y descubriremos que siempre tuvimos victoria en Dios.
Los cristianos resistimos porque descansamos en Dios. Por supuesto que esporádicamente nos cansamos, pero seguimos confiando en Dios porque él es nuestra fortaleza. Si estamos cansamos, descansemos, durmamos una siesta, y luego cuando nos levantemos sigamos adelante. Descansemos en nuestro Señor. Hablar de los problemas no resuelve nada, es más los complica aún más. Los cristianos sabemos que los problemas son de Dios, nuestras lágrimas son de Dios, todos nuestros dramas son de Dios. Nuestro Padre Celestial pelea por nosotros. Dios enviará a sus ángeles para que peleen por nosotros. En el mundo tendremos aflicción, pero confiemos, Cristo venció al mundo. Los fusiles del diablo no se pueden comprar con la artillería pesada de nuestro Dios.
Julio césar cháves www.juliochaves.blogspot.com