jueves, 17 de junio de 2010

Tres principios de bendición


Primer principio: Si es posible evita las crisis
Una crisis es un cambio, súbito o gradual, que se transforma en un problema urgente que debemos abordar de inmediato. Una crisis es un evento o circunstancia que puede destruir parcial o completamente una persona. Vale aclarar que las crisis no son los altibajos normales de la vida cotidiana, aquellos problemas recurrentes que hay que enfrentar en nuestro andar diario. Más bien, las crisis son situaciones o circunstancias desgarradoras. Las crisis pueden aparecer en varias formas: problemas emocionales o psicológicos, desempleo, violencia doméstica, soledad, baja estima, miedo, divorcio, traiciones, enemistades, pleitos, celos, envidias, etc. Ahora, la pregunta que nos concierne es: ¿Es posible evitar las crisis? La respuesta es si, es posible evitar las crisis. Logramos evitar las crisis cuando tenemos tiempo para Dios, cuando tomamos decisiones acertadas, cuando evitamos las malas influencias, cuando abandonamos el pecado, cuando amamos a nuestros seres queridos, cuando pedimos perdón y abandonamos el orgullo, cuando leemos la palabra, cuando oramos y le dedicamos cada una de las áreas de nuestra vida a Dios. Proverbios 8:13,14 dice: “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco. Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder”. Y proverbios 16:17,18 afirma: “El camino de los rectos se aparta del mal, su vida guarda el que guarda su camino. Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída es la altivez de espíritu”.

Segundo principio: La bendición no llega por casualidad
Muchos cristianos lamentablemente piensan que Dios es como papá Noel o el genio de una lámpara que se la pasa regalando bendiciones y concediendo deseos, pero la realidad es que Dios quiere que conquistemos la bendición. Dice la Biblia que una mujer que padeció durante más de una década de flujo de sangre, cuando se enteró que Jesús pasaba cerca de donde ella vivía, esta mujer fue a donde estaba Jesús y abriéndose paso entre la multitud que rodeaba al maestro, logró tocar el mando del Señor y así conquisto el milagro. La enseñanza es sencilla: Si nosotros hacemos lo posible, lo imposible lo hace Dios. La bendición la conquistamos con trabajo, persistencia, valentía, oración, lectura de la palabra, escuchando buenos consejos, relacionándonos con gente de bendición, en fin, Dios bendice a aquellos que lo buscan. Noé se salvó del diluvio porque escuchó a Dios y construyó el arca. Daniel fue librado del foso de los leones porque oraba tres veces al día y confiaba en su Dios. David venció al gigante porque supo emplear las habilidades que Dios le dio. Los tres varones fueron librados del horno de fuego porque se negaron a adorar a los ídolos y adoraron únicamente al Señor.

Tercer principio: No podemos cambiar el pasado, pero podemos mejorar el presente y crear el futuro
No podemos cambiar aquello que no podemos cambiar. Pero si podemos cambiar nuestro presente y crear nuestro futuro. Si hemos aceptado al Señor, el pasado ha quedado atrás y hemos nacido de nuevo, somos nuevas criaturas. El apóstol Pablo, en Efesios 4:22 al 24, dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de nuestra mente, y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Dios nos ha dado una nueva vida. Por lo tanto, no miremos hacia atrás y empeñemos con todas nuestras fuerzas en crear nuestro futuro. ¿De que manera creamos nuestro futuro? Lo creamos con amor, trabajo, conocimiento de la palabra y comunión con Dios. Entonces, con la ayuda del Espíritu Santo, aplicando los conceptos éticos y morales expresados en la palabra del Señor, podremos evitar las crisis, conquistar la bendición y crear nuestro futuro conforme a la voluntad de Dios.

Julio césar cháves www.juliochaves.blogspot.com

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