domingo, 7 de marzo de 2010

Jeremías Taylor, la extraordinaria historia de un teólogo poético


Jeremías Taylor (1667), fue un teólogo carolino muy importante e influyente. Se educó en Cambridge y, por influencia de Guillermo Laud, se convirtió en miembro de la facultad de All Souls de Oxford. Todavía era muy joven cuando llegó a ser capellán del rey Carlos I y, más tarde, durante la guerra civil, capellán en el ejército monárquico. Con la victoria de las fuerzas de Cromwell Taylor cayó prisionero y pasó varios años en retiro forzado como capellán de la familia del Lord Carberry en la ciudad de Gales. Durante esta época escribió sus obras teológicas-literarias más famosas, particularmente Sobre el santo vivir y Sobre el santo morir (1651).

Taylor fue el más poético de los teólogos. Cuando perdió todo, -su casa había sido saqueada, su familia arrojada a la calle y secuestrados todos sus bienes- todavía pudo escribir esto: “He caído en manos de publicanos y secuestradores, que me han quitado todo. ¿Y qué? Dejadme mirar en torno mío. Me han dejado el sol y la luna, una esposa amante, y muchos amigos para compadecerme y algunos para ayudarme; y aún puedo razonar, y, que yo sepa, no me han robado mi aspecto alegre, mi espíritu divertido, y una conciencia recta; me han dejado también la providencia de Dios, y todas las promesas de los evangelios, y mi religión, y mis esperanzas del cielo, y mi piedad por ellos, también; y todavía duermo y digiero, como y bebo, leo y medito… y el que tiene tantos y tan grandes motivos de goce y ama tales dichas, si se inclina hacia el pesar y el mal humor, es que prefiere arder a fuego lento”. (Jeremías Taylor: Vida santa).
Con frecuencia el sufrimiento hace afortunados y dichosos a los hombres, eleva el espíritu creativo, saca lo mejor de nosotros mismos, nos hace encontrarnos con el consuelo de Dios. Tal vez Dios permitió que el sufrimiento azotara a Taylor para que pudiera escribir Libertad de profetizar, obra que se convirtió en un trabajo seminal para estimular el progreso de la tolerancia religiosa en el siglo XVII. Los principios y conceptos enunciados en esta obra teológica están a la par de los de Milton en Areopagita en su búsqueda por la libertad de pensamiento. Pese a su innegable talento literario, a Taylor infortunadamente no se le pidió colaboración en la revisión del Libro de Oración Común de 1662. Sin embargo, el primer libro de oración americano incorporó una de sus oraciones, parte de la cual ha sido adaptada para que sirva de colecta en esta conmemoración, y otra se ha incorporado en el actual libro de oración.
“Considerad”, escribió Taylor en su obra Vida y muerte santas, “que los accidentes desgraciados y la aflicción, son escuela de virtud. Reducen nuestros espíritus a la sobriedad y nuestros consejos a la moderación; corrigen la inconstancia, interrumpen la continuidad del pecado… Dios, que con misericordia y sabiduría gobierna al mundo, nunca habría permitido que sufriera tantas desgracias, y no las habría enviado, especialmente, a los hombres más virtuosos y prudentes, si no hubiera querido El que fueran como el seminario del consuelo, la cuna de la virtud, el ejercicio de la sabiduría, la prueba de la paciencia, la perspectiva de una corona y el pórtico de la gloria”. Y seguía diciendo: “Ningún hombre es más desgraciado que quien no conoce la adversidad. Que el hombre que no es probado, que no sabe si es bueno o malo; y Dios nunca premia aquellas virtudes que son facultades y disposiciones; sino todo acto de virtud que tiene actitudes para la recompensa”. (Holy Living and Dying, cap. III).
Muchas veces se ha criticado la teología de Taylor y de un modo mordaz por Samuel Taylor Coleridge, el cual alega que el gran teólogo carolino parece “presentar la santidad de nuestra propia vida como base de nuestra esperanza religiosa, en vez de como fruto de aquella esperanza cuyo fundamento es la misericordia de Cristo". Sin embargo, y a esto es a lo que quería llegar como conclusión, no ha habido teólogo tan entregado a su vocación religiosa, mezclado con tanta genialidad literaria. Taylor y su familia, al final de la vida, se trasladaron al noroeste de Irlanda donde, luego de la restauración de la monarquía, llegó a ser obispo de Down y Connor. A esta diócesis se añadió más tarde la pequeña, adyacente, de Dromore. De obispo trabajó sin descanso reedificando iglesias, reinstituyendo el uso del Libro de Oración Común y superando la continua oposición de los puritanos. De vicecanciller del Colegio de la Trinidad , en Dublín, fue uno de los líderes de la resurrección de la vida intelectual de la Iglesia de Irlanda. Permaneció hasta el final como pastor y hombre de oración. Jeremías Taylor fue el más poético de los teólogos.


julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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