martes, 8 de mayo de 2007

Saúl en la casa de la pitonisa de Endor.


Saúl fue el primer rey de Israel, el pueblo de Dios. Fue escogido por el pueblo y ungido por Dios a través del Profeta Samuel. (1Samuel 9). Saúl, hombre de gran valor y gigantesca estatura, se mostró al principio un rey firme, que derrotó a muchísimos enemigos y trajo múltiples victorias al pueblo de Dios. Mientras Saúl camino en obediencia a Dios, el Señor lo honró y lo bendijo, pero cuando Saúl desobedeció, se hizo rebelde y apostató de la fe consultando a una adivina de Endor, lo cual Dios reprobó ya que “cómo pecado de adivinación es la rebeldía, y como ídolos e idolatría la obstinación”. (1 Samuel 15:23). No dejó que los sacerdotes hicieran su trabajo ministerialmente e impulsado por su rebelión se quedó con los despojos de una batalla, en directa oposición a la voluntad de Dios. Finalmente, por medio de su obstinada rebeldía salió fuera de la protección de Dios, incluso sus hijos sufrieron las consecuencias de su rebeldía. Es más, su arrepentimiento no fue aceptado por Dios. Peco deliberadamente delante de Dios y en la Biblia hay muchísimas advertencias sobre quien peca deliberadamente. La rebeldía es adivinación.
Hay muchos cristianos que pecan una y otra vez y lo hacen deliberadamente. Esto desagrada a Dios ya que la rebeldía es como la adivinación. Dios no escuchó la plegaria de arrepentimiento de Saúl y dejó que un espíritu maligno lo atormentara. Cuando este espíritu que atormentaba a Saúl se apoderaba de él, David, quien sería el próximo rey de Israel, tocaba el arpa y Saúl aplacaba su tormento. Como si este espíritu maligno fuera poco para él, la envidia hacia David comenzó a carcomer el corazón y la mente de Saúl. La confusión espiritual de Saúl llegó hasta tal situación que una noche fue a consultar a una adivina en Endor. Entonces, las consecuencias comenzaron a llegar a caudales a su vida y a su familia.
El trágico fin de Saúl es un claro ejemplo de que alejarnos deliberadamente de la voluntad de Dios implica pavorosas consecuencias. El relato bíblico sobre Saúl describe que este estaba poseído por la ira ante la admiración que el pueblo y de su propia familia tenían por David, entonces perdió gradualmente la cabeza. Desesperado por sus continuas derrotas en el campo de batalla, cometió un pecado terrible, al evocar el espectro del profeta Samuel en la casa de la pitonisa de Endor, que profetizó su muerte y la de su estirpe. Al otro día, como dije líneas arriba, los filisteos destrozaron el ejército del pueblo de Dios y Saúl, para evitar su captura, se dio muerte junto a sus hijos. La rebeldía, la ira y la envidia de Saúl hacia David nos enseña que Dios esta con nosotros siempre y cuando hagamos su voluntad. Si obedecemos sus órdenes el nos bendice pero si hacemos lo que nosotros queremos, él quita su bendición de nuestras vidas. Las consecuencias para el que peca una y otra vez deliberadamente son pavorosas.
Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

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