viernes, 18 de mayo de 2007

El corazón de una madre, Barbara Johnson


Existe una ternura perdurable en el amor que siente una madre hacia un hijo, que trasciende al resto de los afectos del corazón. Es un amor que no se deja enfriar por el egoísmo, ni se deja acobardar por el peligro, ni se debilita por causa de lo que carece de valor, ni se apaga por causa de la ingratitud. Existe una ternura perdurable en el amor que siente una madre hacia un hijo, que trasciende al resto de los afectos del corazón. Es un amor que no se deja enfriar por el egoísmo, ni se deja acobardar por el peligro, ni se debilita por causa de lo que carece de valor, ni se apaga por causa de la ingratitud. La madre sacrificará toda comodidad a su conveniencia, renunciará a todo placer, se gloriará en su fama y se exaltará en su prosperidad y si la adversidad se ceba sobre él, ella le querrá incluso más, por causa de su desgracia. Y si su nombre queda manchado por la ignominia, a pesar de ello, ella lo seguirá amando y guardándolo como un tesoro. Y si el mundo entero le deja de lado, ella será el mundo entero para él.
Mayo es el mes del Día de las Madres y, por mucho que nos esforcemos en evitarlo, a algunas de nosotras nos produce más sufrimiento que placer. Pero nos esforzamos por aplicarnos las palabras de Filipenses 4:8: “...todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto pensad”.
Resignación rechazadaSea como fuere, no hay lugar para presentar la resignación, le ha tocado a usted representar para siempre su papel de madre. El amor de una madre es algo que no se acaba, ni siquiera cuando sus hijos se hacen mayores ni cuando se marchan. Dios plantó el amor de una madre a tal profundidad que sus raíces se encuentran en lo más hondo de nuestros corazones. No hay lugar para presentar la dimisión, para abandonar ni para escapar, de modo que más le vale a usted ponerse cómoda, hacerse a la idea de que no hay escapatoria y ¡disfrutar el día! Si su hijo se ha ido a comer por ahí y se ha olvidado de usted, busque a otro, dele un abrazo y muéstrele su cariño. Encuentre a otro muchachito que se pueda sentir solo y use su imaginación. No permita que nadie le prive de la diversión que le pertenece. Así, ¡qué importa si no recibe usted una tarjeta ese día ni flores y ni siquiera una llamada! Envíele una nota a su hijo (o hija) diciéndole que le quiere mucho, aunque no reciba otra de vuelta. Continúe enviándole mensajes de cariño, ¡incluso si tiene usted la sensación de estar intentando abrazar a un puerco espín! Continúe manifestando lo que siente en su corazón, continúe plantando y regando las semillas. Continúe mandando sus mensajes de cariño y plantando semillas de amor en su familia. No espere demasiado a cambio y no se sentirá decepcionada, pero continúe plantando semillas porque no está usted sola en esa labor. Hay miles de madres que se esfuerzan por hacer de éste un día significativo, así que hágalo ¡plantando su amor en otros! Sé que a mí me funciona y también le funcionará a usted. Alégrese de tener un corazón de madre porque su amor es especial.
El capítulo del amor para las madresSi le hablo a mis hijos de lo que está bien y lo que está mal, pero no tengo amor, soy como el timbre de la puerta o como ollas golpeando en la cocina. Y a pesar de que sé las etapas por las que van a pasar, y conozco los dolores del crecimiento, y puedo contestar a todas sus preguntas acerca de la vida, y me considero una madre dedicada, pero si no tengo amor, no soy nada. Si renuncio a la realización de una carrera para hacer que la vida de mis hijos sea mejor, y me quedo levantada toda la noche cosiendo y haciendo trajes o preparando galletas al horno sin que me hayan dado demasiado aviso, pero me quejo por causa de la falta de sueño, no tengo amor y no he conseguido nada.
Una madre amorosa es paciente con la falta de madurez de sus hijos y es amable incluso cuando ellos no lo son; una madre amorosa no tiene celos de la juventud de sus hijos, ni la usa como arma arrojadiza cada vez que se sacrifica por ellos. Una madre amorosa no empuja a sus hijos para que hagan las cosas a su manera, no se muestra irritable, incluso cuando la varicela la ha mantenido encerrada en casa con tres niños pequeños llorando y quejándose durante dos semanas y no se muestra resentida con el hijo que trajo la aflicción a la casa, en primer lugar. Una madre amorosa no se siente aliviada cuando su hijo desagradable acaba por desobedecerla directamente y ella puede castigarle, sino que se regocija con él cuando colabora más con ella. Una madre amorosa está dispuesta a cargar con la responsabilidad de sus hijos, cree en ellos, tiene esperanza en la habilidad individual de cada uno de ellos para ser una luz en un mundo en tinieblas, y soporta todos los dolores de espalda y las aflicciones para conseguirlo. Una madre amorosa realmente no se muere nunca. En cuanto al pan hecho en casa se consumirá y se olvidará; en lo que se refiere a los suelos limpios no tardarán en estar cubiertos de polvo y de marcas de tacón. Y en lo que se refiere a los niños, ¿qué voy a decir? Hay juguetes por todas partes, los amigos y la comida son importantes para ellos, pero cuando se hagan mayores será la manera cómo la madre les ha querido lo que determinará cómo aman a los demás, y de ese modo ella seguirá viviendo. Así que la atención, la enseñanza y una madre amorosa residen en la casa, pero lo más importante de todos es la madre amorosa.
Notas Adicionales: Este artículo ha sido tomado del libro: Elástico fresco para madres estiradas por Barbara Johnson - Editorial Unilit

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