miércoles, 14 de marzo de 2007

La misericordia.

La misericordia es la virtud que nos mueve a perdonar lo que no deberemos perdonar. Tener misericordia es perdonar sin olvidar. Porque perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor. La misericordia es un producto del amor. La misericordia nos induce a comprender al otro, a ponernos en su lugar, a sufrir con el que está sufriendo, a llorar con el que esta llorando. Poner en práctica la misericordia es tener piedad, es hacer el bien sin que el otro lo merezca. “Bienaventurados los misericordiosos”, dice Mateo 5:7, “porque ellos alcanzarán misericordia”. Si damos misericordia a los pobres, a los marginados, a los ignorantes, también la recibiremos. Lo que el hombre siembra también cosecha. Somos producto directo de nuestras obras, de nuestras acciones, de lo que hacemos. Si hacemos el bien cosecharemos el bien.
“La misericordia, pensó Stan Rougier, es nuestro corazón que se abre a la miseria. Cuando tú sufres, yo sufro. Mi corazón se subleva ante la miseria para intentar protegerte, defenderte, luchar contra lo que te aplasta”. La misericordia lo mejora al otro, nos produce la satisfacción de ver que el otro sonríe, que el otro deja de llorar, que el otro deja de estar solo en su sufrimiento porque nosotros brindamos nuestro amor, nuestro corazón en aras del bien ajeno. Lo contrajo a la misericordia es la dureza, la severidad, el rencor. El individuo duro es aquel que tiene pecados y sin embargo, tira piedras a sus semejantes. Emerson expresó lo siguiente respecto a las consecuencias de nuestros actos: “Lo que haces habla tan alto que no me deja oír lo que dices”.
Es difícil mostrar misericordia a las personas que no se lo merecen. Pero hay que hacerlo. La misericordia es necesaria porque nos permite reconocernos falibles para saber perdonas, amar, comprender, sentir empatía. Es necesario, con toda humildad y altruismo, que amemos a nuestros enemigos, a las personas que de, de un modo u otro, nos perjudicaron o nos perjudican. Amar a los enemigos es la perfección del amor, de la misericordia. Al mal debemos vencerlo haciendo el bien. Si damos misericordia también la recibiremos. Mostrar misericordia es dar amor gratuitamente. La misericordia es la virtud que nos induce al acto de la corresponsabilidad colectiva. La Rochefoucauld dijo: “Se perdona tanto cuanto se ama”. Y G. de Stael expresó: “Comprenderlo todo es perdonarlo todo”.
Finalmente quiero citar unos versos de William Shakespeare.
El escribió:

“La calidad de la misericordia no es forzada;
Es dejada caer por el cielo como suave lluvia a los lugares inferiores, que son dos veces bendecidos;
Bendice al que lo da y al que lo recibe:
El poderoso más potente viene a ser
El monarca coronado mejor que su corona”.

Julio C. Cháves

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