miércoles, 14 de marzo de 2007

Gente hipócrita.

Marcelo Laffitte dijo: “Si supieran aquellos que buscan la oscuridad para ocultar sus pecados que un día todo saldrá a luz”.



Esta es una sociedad hipócrita. Dice una cosa y hace otra. Lo mismo pasa con muchos individuos que se auto titulan de cristianos. Son ambivalentes y son hipócritas. Dicen amor y son narcisistas. El mundo se ha convertido en un mutante de dos caras. La cara exterior es brillante, tersa, sin arrugas. La cara exterior disfruta de un buen confort. Tiene a su disposición un sin fin de juguetes modernos. Autos, motos, canales de televisión, satélites artificiales que brillan en el cielo. El rostro exterior del mundo es hermoso, pero en realidad es una máscara; y la máscara jamás se convertirá en rostro. El rostro es rostro. Lo podemos tapar, pero sigue siendo. El rostro de la humanidad está arrugado, demacrado, fláccido, caído. El rostro del mundo es horrible: Hombres que practican el mal deliberadamente, cárceles repletas de delincuentes desalmados y egoístas, villas miserias, individuos marginados, niños que mueren de inanición, personas que caminan en las calles sin sentido. Dolor, miseria y desesperación global. El rostro del mundo está enfermo. Por eso el mundo ostenta una mascará de esplendor. El mundo es ambivalente, hipócrita, tiene dos caras. Por fuera todo muy lindo, pero por dentro todo esta muy podrido. Por fuera hay características de justicia, pero por dentro late la injusticia a todo volumen. Los hipócritas simulan ser felices cuando en realidad son todo lo contrario. Los hipócritas no respetan la verdad y andan en la vida torcidos. Gálatas 2:13,14 nos cuenta: “Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dijo a Pedro delante de todos: Si tú siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por obligas a los gentiles a judaizar?”.
La sociedad actual, junto con muchos aparentes cristianos, vive alienada, sin rumbo, desorientada y es hipócrita, pues dice una cosa y hace lo contrario. Los hipócritas practican el mal, el engaño, las mentiras, la envidia, la malicia, y todos los pecados capitales. Al hipócrita lo único que le interesa es su opinión, y lo que piensa Dios no le importa. Los ciegos guían a los ciegos. Los que no saben quieren enseñar a los que no saben. Almas hipocráticas. ¡Dios nos libre de la hipocresía!
En tiempos de Jesús los fariseos impedían que los hombres entraran al reino de Dios y ellos tampoco entraban. (Mateo 23:13). Los hipócritas de la actualidad hacen lo mismo. No creen en Dios y ayudan a que los demás tampoco crean. Los hombres controlan a los hombres para mal de la humanidad. La maldad se filtra por doquier. Los hipócritas cosifican, utilizan a las personas para su beneficio, roban, matan, y hacen lo que sea con tal de sobrevivir. Los hipócritas dejan a Dios de lado y no les importa el prójimo. Los hipócritas del tercer milenio son iguales a los fariseos contemporáneos de Jesús, que por fuera eran sepulcros blanqueados y que por dentro estaban llenos de huesos de muertos. (Mateo 23:27). Este es un mundo ficticio de apariencias. Todo no es lo que parece ser. Algún día todo saldrá a la luz. Y los seres humanos dejarán de engañar y ser engañados. El mal llegará a su fin y los hombres estarán de rodillas ante el trono de Dios para ser juzgados conforme a sus obras. Stalin dijo: “El destino baraja las cartas y nosotros las jugamos”.

Julio C. Cháves.

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