miércoles, 14 de marzo de 2007

Ateísmo en el siglo XXI.

Muchos individuos niegan firmemente la existencia de Dios. Esto se conoce como ateísmo. En todas las épocas hubo personas que declararon que Dios es un invento de los hombres. En el siglo XIX el ateismo llegó a una increíble altura. En aquellas épocas, los filósofos decían de modo enfático: “No necesitamos un código moral, tampoco necesitamos la religión”, dijo Friedrich Nietzche. Kart Marx agregó: “Quiero liberar al espíritu de las cadenas de la religión”. Ludwing Fauerbach, también sentenció: “La religión es el sueño del espíritu humano”. Es notable el ateísmo. Muchos miran el mundo y dicen: “Dios no existe, pues si ese anciano existiera el mundo no estaría en las condiciones que está y los niños no sufrirían.” Un filósofo español dijo que: “EL hombre es lo que es la circunstancia”. Debido a las circunstancias que azotan al mundo, los hombres afirman que Dios no existe. Hoy día, los individuos configuran sus vidas en torno a la resignación de la ausencia de Dios. Todos viven conforme a sus propias opiniones y conceptos, para bien o para mal, pero sin tener en cuenta al Dios del universo.
Ahora bien, ¿De qué es producto el ateismo? El ateismo es producto de la vanidad de los que dicen creer en Dios, pero que con sus hechos hacen todo lo contrario a lo que predican. P. Zzingo dijo: “Las religiones no siempre producen personas sensatas y capaces de llevar el mundo al diálogo y a la esperanza. Y esas personas son las que hacen una caricatura de Dios en quien los jóvenes deberían creer. De tanto ver la incapacidad y la inmadurez de quien afirma creer en Dios, acaban concluyendo: o que Dios no es lo que dice de él o que Dios, acaban concluyendo: o que Dios no es lo que se dice de él o que Dios no logra cambiar a las personas que creen en él”. Los propagandistas del ateismo son aquellas personas que con sus labios expelen las verdades de la Biblia, pero con su conducta dicen: “Dios no existe. Yo vivo de acuerdo a lo que yo pienso. Hablo de Dios, pero mi vida escupe a Dios en la cara”. Los ateos que más daño hacen al cristianismo son aquellos individuos que dicen creer en Dios, pero que confeccionan sus vidas prescindiendo de la realidad del ser divino y de la Biblia. Tito 1:16 declara: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan”. Cuando Jesús estuvo en la tierra conoció a fariseos, políticos y religiosos, que utilizaban máscaras de cristianos, pero que en realidad por dentro eran ateos. Mateo 23:3 nos dice: “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen”. Todo individuo que vive de acuerdo a su voluntad es un ateo, pues ser cristiano autentico implica poner en práctica la palabra de Dios. El ateismo es culpa de todos. Cada vez que hacemos algo sin tener en cuenta a Dios, estamos propagando el ateismo.
Lo que pasa en el mundo no es culpa de Dios. Los males que hostigan al hombre son culpa de sus propios pecados. La génesis del ateismo es la apatía hacia Dios y su palabra. El aumento de las personas ateas se debe principalmente a los que profesan ser cristianos y viven sus vidas conforme a los mandamientos del egoísmo y del diablo. Los auténticos y legítimos cristianos, son aquellos individuos que son coherentes con su fe, son aquellos que saben que hay que amar a Dios y al prójimo y lo hacen. Debido a la vanidad de los que dicen creer en Dios, Simona de Beauvoir reflexionó: “Es más fácil creer en un mundo sin creador que en un creador cargado con todas las contradicciones del mundo”. ¡Dios existe aunque el mundo lo contradiga con su maldad! ¡Dios existe pese a nuestra maldad y nuestros pecados! ¡Los males que hostigan al mundo son culpa nuestra!

Julio C. Cháves.

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